Por Miguel Cane
Considerada una de las puestas en escena más relevantes de 2015 en Londres, ganadora de numerosos premios y reconocida por la crítica, Rotterdam, del dramaturgo Jon Brittain, es una agridulce pieza teatral contada en clave de comedia romántica —aunque es mucho más que eso—, y ambientada en el más grande puerto de carga de Europa. Cuenta la historia de amor de una joven inglesa llamada Alice, que aunque excesivamente discreta acerca de su orientación sexual, siempre se ha identificado como gay y su compañera, Fiona, quien, justo cuando Alice está a punto de salir del clóset con sus padres vía correo electrónico una víspera de Año Nuevo, revela que de algún modo siempre se ha identificado como hombre y quiere comenzar a vivir como tal, adoptando el nombre de Adrian.
La obra muestra cómo su relación cambia a medida que tratan de averiguar quiénes son ellos mismos y cómo reconcilian su género e identidades sexuales con sus sentimientos el uno para el otro, todo en clave de humor. Mientras su exitosa temporada original aún permanece en escenarios ingleses, en el Foro Shakespeare de esta ciudad, se estrenó la versión en español de la obra, traducida y dirigida por Roberto Cavazos (Somos eternos, Bitch Boxer), que después de ver la obra original decidió adquirir los derechos del texto para traducirla y montarla, movido por la belleza de la narración que, como él mismo señala,
no sólo se limita a hablar de una situación única — en este caso, los efectos de la transición de un hombre trans, en su vida de pareja — sino que la vuelve universal mediante la empatía que genera en los espectadores a un tema que por lo regular no se trata en escena, y mucho menos en este tono que es más cercano a la comedia romántica, lo cual es atractivo para el espectador, que de este modo no siente que ve algo polémico, sino que ve un ángulo diferente e inesperado a una historia que le resultará familiar de algún modo: en este caso, los enamorados que deben superar obstáculos para estar juntos, aunque en esta ocasión, dichos obstáculos son más insólitos de cierta manera.
El elenco de Rotterdam está compuesto por Valeria Vera como Fiona y Adrian, que quizá sea el personaje más complejo en cuestión física, al representar una transformación prácticamente de un acto a otro. El rol de Alice es interpretado por Pia Watson, una joven actriz con amplia experiencia escénica y en televisión, que proporciona al personaje las dosis de vulnerabilidad y neurosis que la colocan al centro de esta crisis de identidad. ¿Cómo puede lidiar, justo cuando ya ha llegado a la aceptación de su orientación, al saber que la mujer de su vida ahora es un hombre? El elenco lo redondean Fernanda Tosky, como la joven holandesa Lelani, que funge como catalizador para llevar la situación a su desenlace y Luis Romano como Josh, hermano de Fiona/Adrian, que, como el único hombre cisgénero en la obra, aporta una empatía muy genuina al nudo dramático, además de que las intervenciones de ambos aligeran el tono.
Rotterdam no es una obra que busque “educar” al público, y se aleja del tono panfletario, optando por ser más bien una trama accesible; sin embargo, el espectador de algún modo sale sensibilizado. En sí, lo que el dramaturgo busca es que uno se involucre en esta historia de amor, donde el género en realidad no importa. Pero al mismo tiempo consigue que uno piense en ciertos temas que posiblemente nunca se había planteado y lo vea todo de otra manera. El efecto no está limitado a la escena o al espectador. Asomarse al mundo creado por Brittain puede ser una experiencia sumamente satisfactoria y el espectador encontrará una historia completamente diferente.
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Rotterdam se presentará en el Foro Shakespeare todos los miércoles hasta el 9 de agosto a las 20:30 y desde su estreno ha ido acumulando buenas reseñas y comentarios, lo que la convierte —como a su contraparte inglesa— en una de las citas teatrales obligadas de la temporada.
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Miguel Cane es narrador, periodista cinematográfico, crítico y dramaturgo –desde hace 20 años vive de escribir y no se explica todavía cómo le hace. Es autor de las novelas Todas las fiestas de mañana y Corazón caníbal y las obras Somos eternos, Laura Dieste y Almas perdidas. También del inclasificable Pequeño Diccionario de Cinema para Mitómanos Amateurs. Tiene un gato llamado Llewyn y su película favorita es El bebé de Rosemary (Polanski, 1968).
Twitter: @aliascane