Por Diego Castañeda
El crecimiento económico de México es, sin lugar a dudas, uno de sus problemas más reconocidos. Durante décadas ha mantenido tasas que apenas superan el crecimiento de la población, por lo que los estándares de vida han mejorado lentamente en el país. Pero las preocupaciones sobre el crecimiento no sólo son en estricto sentido un tema de desarrollo económico, para el sector financiero, y en especial para las calificadoras, es uno de los temas que más importan.
La razón detrás de que le den tanta importancia es que la capacidad de hacer del Estado está estrechamente relacionada con su capacidad para cumplir con sus obligaciones financieras. Una economía que no crece por la dinámica de su funcionamiento tiende a acumular más deuda, sobre todo en contextos como el de México con cargas pesadas de servicio de la deuda (pago de intereses) y problemas de pensiones que merodean a la vuelta de la esquina en los comienzos de la próxima década.
Por esta razón, los recientes pronósticos de crecimiento para este año y el siguiente que ha revelado Banco de México son preocupantes. Si bien no muestran un deterioro respecto al comportamiento promedio de la economía en décadas, sí muestran algo que las calificadoras ven con mucha preocupación: que se prolongue el periodo de casi estancamiento en términos per cápita y mediocre crecimiento en general.
En este contexto, el viernes pasado la calificadora Standard and Poors (S&P), quizá la calificadora que conoce mejor la economía mexicana y que más le preocupa el tema de crecimiento, decidió cambiar a perspectiva negativa la deuda soberana de México. Este cambio de perspectiva no representa hoy en día un peligro inminente, pero sí es una señal muy clara de que se le debe poner atención a las fuentes de crecimiento del país. El consumo interno ha sido ya por mucho tiempo el único motor que impacta de manera importante en el crecimiento; sin embargo, la inversión pública y privada, que deberían tener un rol más prominente, es demasiado baja la primera y la segunda no tiene muchos cambios. Es necesario que esto cambie.
El difícil panorama internacional hace difícil creer que el sector externo será el que mueva la economía, por lo que la economía, al menos en este año, es poco probable que crezca más de lo que Banxico espera. Un factor importante que debemos entender sobre el crecimiento económico es que éste no suele cambiar drásticamente de un año a otro, el potencial de la economía debe cambiar, al menos que ocurran cosas excepcionales. El potencial de la economía, sin embargo, tiene mucho tiempo siendo muy bajo, cercano al 2.5 por ciento, por eso no crecemos más. La actual administración necesita realizar un diagnóstico de crecimiento y enfocar sus esfuerzos en propiciar su aceleración, es la única forma en que la economía va crecer en un horizonte de tiempo razonable.
En lo que esto ocurre las preocupaciones de instituciones como S&P van a continuar: no son el simple reflejo de sucesos inmediatos, aunque éstos también importan, son sobre todo el reflejo de una economía disfuncional y que tiene mucho tiempo operando de esta forma. Si continuamos pensando estos problemas en la coyuntura y no en su evolución de largo plazo, de dónde vienen y hacia dónde pueden ir, vamos a continuar discutiéndolos de forma incorrecta y con ello seguiremos viendo análisis que de fondo no dicen nada. El círculo económico en su discusión pública debería intentar adoptar una perspectiva más histórica del problema, eso posiblemente también arroje mejores análisis, mejores discusiones y mejores recomendaciones. Al mismo tiempo que permitiría un diálogo más productivo con el que, les guste o no, es su gobierno.
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Diego Castañeda es economista por la University of London.
Twitter: @diegocastaneda