En el último año más de 300 mil personas se unieron a la economía informal, de acuerdo con cifras del Inegi. Se le denomina “informales” a todas aquellas personas que prestan un servicio pero que no tienen acceso a ninguno de los beneficios de seguridad social.
Y claro, que no realizan sus voluntariosas aportaciones a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Estos datos revelan el fracaso de las reformas estructurales y los programas destinados a reducir este comportamiento, según la opinión de académicos del Tecnológico de Monterrey y la Universidad Iberoamericana.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, presentada este viernes, señala que en el segundo trimestre de 2016 se reportó un total de 29 millones 412 mil 185 mexicanos trabajando en la informalidad, que representa 57.2% de la población laboralmente activa.
De acuerdo con una experta consultada por La Jornada, sí se han generado nuevos empleos, pero no de calidad, por lo cual los ciudadanos prefieren seguir —o incorporarse— al mercado informal ya que les ofrece más ventajas —inmediatas— respecto a los trabajo formales.
Según la opinión de María Fonseca, directora de la Escuela de Negocios del Tec, los empleadores saben de la excesiva oferta de mano de obra, por lo que sí contratan, pero con salarios muy bajos.
Por su parte, Miguel Santiago Reyes, director del Observatorio de Salarios de la Ibero de Puebla, piensa que la pobreza está directamente relacionada con los salarios que percibimos. El académico afirma que más del 50% de las personas en condición de pobreza, se dedican al comercio informal.