Si bien no desaparecerá nunca el COVID-19, existe una probabilidad de que después se convierta solamente en un resfriado. Al menos esto explicó Jennie Lavine, investigadora de la Universidad Emory de Atlanta, Estados Unidos y quien dirigió a un equipo para realizar un estudio llamado “Las características inmunológicas gobiernan la transición del COVID-19 a la endemicidad”.
¿Qué señala este estudio sobre el COVID-19?
Según esta investigación, con la aplicación de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, el impacto de este virus comenzará a disminuir y luego solo producirá una infección asintomática para los adultos, mientras que para los niños solo será una gripita.
Aunque… Jennie Lavine indica lo siguiente: “Nuestro modelo sugiere que esta transformación tardará entre uno y 10 años”.
¿Por qué hasta dentro de 10 años?
De acuerdo con la investigadora, esto dependerá de lo rápido que se propague el COVID-19 y de la velocidad en que se lleve a cabo la vacunación. No solo eso, Lavine indica que también influye algo más complejo: el tiempo de inmunidad que existe después de haberse infectado o de recibir el fármaco contra el coronavirus.
Es así que el COVID-19 pasará de ser un virus pandémico a otro endémico, el cual se quedará para siempre y sí podrá causar brotes, pero con la gran diferencia de que no aparecerá con la misma letalidad de ahora. Aunque el estudio advierte que quienes sí serán más vulnerables serán los bebés recién nacidos, presentando síntomas leves parecidos a los de un resfriado.
Finalmente, Jennie Levine comenta que la aparición de variantes más contagiosas puede mejorar de hecho la situación, pues una variante que se propague más rápido, pero que no sea más letal, bajará la mortalidad. Además reforzaría la inmunidad de las personas y mantendría a nuestro sistema inmune actualizado frente a otras variantes del COVID-19.