La corrupción es un fenómeno cultural, dicen algunos. Está presente en cada esfera de la sociedad mexicana. Además de ser un problema ético, este mal tiene implicaciones mucho más tangibles: frena el desarrollo económico, deslegitima a las instituciones e incrementa la desigualdad. En pocas palabras, la corrupción tiene costos económicos, políticos y sociales, entre ellos, afecta la impartición de justicia. La organización no gubernamental Transparencia Internacional presentó su informe Las personas y la corrupción: América Latina y el Caribe este 9 de octubre. El estudio nos ayuda a dimensionar en dónde estamos parados y cuál es la situación en esta parte del continente americano. De acuerdo con la ONG, México tiene el índice más alto de percepción de corrupción en el área, seguido de República Dominicana, Perú, Venezuela y Panamá.
En nuestro país, 51% de los encuestados para la elaboración del informe respondieron que han pagado sobornos o tenido que hacer regalos a un funcionario para acceder a servicios. De escuelas u hospitales, para solicitar documentos de identidad y otros servicios públicos o para evadir alguna multa. En el polo opuesto se encuentran países como Trinidad y Tobago, Brasil, Argentina, Jamaica, Chile, Uruguay, Paraguay y Costa Rica. El reporte concluye que el deterioro de los derechos humanos, el debilitamiento de las estructuras de gobernanza, el aumento de la violencia y de inseguridad, además de la fractura de la libre expresión (periodistas, activistas y sociedad civil) son exacerbados por la corrupción y, en otros casos, estos delitos y abusos sólo son posibles a causa de ella.
“Este fenómeno afecta a las instituciones de justicia, debilita el Estado de Derecho, distorsiona los procesos políticos y permite la impunidad”, indica el texto. Y a todo esto, ¿cómo salieron evaluadas nuestras instituciones? Pues de la patada. El informe indica que los mexicanos creen que los niveles de corrupción han empeorado, el desempeño del gobierno frente a los casos de corrupción es malo, la policía es muy corrupta y la mayoría han incurrido en actos de soborno. La esperanza que queda es que la mayoría de los entrevistados contestó que creen que las personas pueden marcar una diferencia en la lucha contra este fenómeno.
Las personas y la corrupción se conformó tras consultar a más de 22 mil personas de 20 países de Latinoamérica y el Caribe. En este enlace puedes descargar el informe.