“Gentileza Genera Gentileza”
Junio 2013. Decidimos alejarnos un poco del fútbol para conocer un poco más del ‘otro’ Rio de Janeiro; del que está alejado de las glamourosas playas de Copacabana y Leblon, del que no sabe mucho de la Copa Confederaciones y donde el fútbol es lo de menos y la gentileza es lo de más.
Esta es la historia del Profeta Gentileza, uno de los personajes urbanos más representativos de Rio de Janeiro, quién un día decidió renunciar a su riqueza para tapizar los muros de la ciudad con una serie de mensajes que a primera vista, suelen llamar la atención por estar escritos como la mayoría de posts de esta página, es decir, sin puntuación, letras corridas sin separación alguna y de forma continua por todo el viaducto que comunica la zona portuaria de Rio de Janeiro, con el centro de la ciudad.
Apenas el fin de semana alguien me platicó sobre este personaje, por lo que tan pronto tuvimos un espacio, no dudé en escaparme a caminar por debajo de estos grises puentes y conocer más sobre este ‘viejo loco’ y es que, en estos tiempos de ‘ladies y ‘gentlemens’ en donde impulsivamente solemos sobre reaccionar ¿a quién no le llama la atención una persona que decide dejar absolutamente todo para decirnos que la “gentileza, genera gentileza”?
José Datrino nació en un pueblito llamado Cafelândia, ubicado en la periferia de Sao Paulo en 1917. Segundo de once hermanos, José se dedicó a trabajar en el campo para ayudar a su papá a mantener a su familia. Según cuenta la leyenda, a los 13 años, Datrino tuvo una ‘premonición’ sobre su misión en la tierra, lo cuál alertó a sus padres, sobre algún desequilibrio emocional de su hijo, y desde ahí, la relación se enrareció, hasta que a los veinte años, José decidió mudarse a Rio de Janeiro y comenzar una nueva vida que le permitiría, con el paso del tiempo, convertirse en un exitoso empresario, dueño de una empresa de transportes, casarse y formar otra familia con cinco hijos.
Sin embargo, la verdadera historia del ‘Profeta Gentileza’ comenzaría el 17 de Diciembre de 1971, cuando un terrible incendio en el “Gran Circus” de Niteroi (una pequeña ciudad aledaña a Río de Janeiro, donde se encuentra una de las obras más representativas del gran arquitecto Oscar Niemeyer) terminaría con la vida de más de 500 personas, la mayoría niños, siendo hasta la fecha, una de las más grandes tragedias en la historia de Brasil.
Dicho incidente, cimbró al entonces exitoso empresario Datrino, quién decidió tomar uno de sus camiones cargarlo con dos pipas de cien litros de vino y dirigirse a la zona del desastre para consolar a las familias. Según cuenta la leyenda urbana, José Datrino habría interpretado el incendio como una metáfora del incendio del mundo, tal y como está organizado, es decir, un gran circo en donde el capitalismo vende todo y destruye todo, incluso hasta la propia humanidad.
Durante cuatro años, Datrino obsequiaba vino en pequeños vasos a quien lo quisiera tomar, no se tenía que pagar nada, bastaba con pedirlo con “gentileza” y decirse “agradecido”, lo que le llevó a convertirse primero en José Agradecido y posteriormente en Profeta Gentileza, pues según él, los humanos deberíamos de construir otro mundo a partir de la gentileza.
Según cuenta el historiador Leonardo Boff, tras dejar a su familia y todos sus bienes materiales, “Profeta Gentileza” fue internado en hospitales mentales hasta en tres ocasiones, hasta que, tras observar su cariñoso comportamiento con los demás enfermos, un psiquiatra decidió darlo de alta. Fue así como a partir de 1970 el Profeta Gentileza comenzó su peregrinar por las calles de Niterói y Rio de Janeiro con una bata blanca en la que se podían leer frases como “Gentileza es el remedio de todos los males, amor y libertad”.
Y mientras en Estados Unidos el movimiento hippie estaba en pleno apogeo, en Brasil, el Profeta Gentileza poco a poco se convertía en un personaje popular y predicaba que “en lugar de dar las gracias, debemos estar agradecidos, y en vez de decir “por favor” deberíamos decir “por gentileza”, pues nadie está obligado a nada y todos debemos ser gentiles unos con otros y relacionarnos por amor y no por favor”.
Tras ser arrestado en diversas ocasiones por “alterar el orden en la vía pública”, Gentileza decidió hacer un circuito, debajo de los puentes del Viaducto que comunica el centro, con la zona portuaria de Rio de Janeiro, en donde comenzó a escribir sus frases en 55 columnas de cemento; un recorrido que al día de hoy sigue siendo hostil para el que lo visita, repleto de camiones, muros grises e indigentes por doquier.
En 1993, una caída le causó una fractura en la pierna, y podríamos decir que ahí fue el inicio del fin para este personaje, quien tras ser afectado también por problemas circulatorios, decidió volver a Sao Paulo, cerca de su ciudad natal, donde murió el 29 de Mayo de 1996, a los 79 años de edad.
Tras su muerte, diversos sectores de la sociedad civil, decidieron fundar el proyecto “Rio Com Gentileza”, quienes al día de hoy se han encargado de la restauración y conservación de estos 55 murales, que son considerados “Patrimonio Cultural de Brasil”, gracias al legado a la imaginación colectiva por su importancia artística, emocional y cultural, en el contexto de la realidad social de este país.
Si quieren saber más sobre ‘Profeta Gentileza y ver y todas las fotos debajo esta gran ruta, pueden echarle un ojo a este mapa.