Mientras tu compa norteño te recuerda que en Saltillo aguantan más y que este clima apenas amerita una carnita asada, los chilangos estamos pasando una tarde ahumada. En estos primeros días de primavera se nos juntó el calor tremendo con altísimos niveles de contaminación para invitarnos a pasar un “agradable” día en la CDMX.
De esas tardes que te duele la cabeza nomás de asomarte a la ventana… y ya ni se diga atorarte en el tráfico de Viaducto.
Además no creas que es tu idea o que estamos en un ataque de locura masiva. De verdad, tanto el calor como la contaminación, llegaron a niveles bastante pasados de lanza en la CDMX durante este 30 de marzo.
El calor está tan manchado —más de 30 grados según las aplicaciones de iOS y Android— que se activaron alertas gubernamentales. Algunas alcaldías quedaron en Alerta Amarilla y para aquellas personas afortunadas en la Cuauhtémoc, Iztacalco y Venustiano Carranza los recibieron con Alerta Naranja porque la temperatura podría superar los 33 grados.
Al respecto pidieron ponerse bloqueador, evitar quedarse bajo el rayo del sol y no comer comida callejera porque los alimentos podrían descomponerse más rápido.
En cuestión de contaminación también la estamos pasando de la fregada por los altos niveles de ozono.
Según las autoridades de la CDMX llegamos a una Contingencia Ambiental que ha puesto en marcha una versión especial del programa Hoy No Circula, con la intención de que se aliviane la contaminación en las calles de la ciudad.
A grandes rasgos, con el exceso de ozono en el aire se aumenta la susceptibilidad a las infecciones respiratorias, mala idea en tiempos de COVID. Además, se reducen nuestras funciones pulmonares y la respiración es más complicada, al grado de sentirse incómoda. Si hacen ejercicio al aire libre —recomendación: no lo hagan— notarán que su respiración es mucho más rápida y superficial.
Todos estos efectos son más canijos si tienen asma.
En fin, así la situación en estas agradables tardes primaverales en la CDMX. Acá hemos juntado algunas fotos que nos recuerdan el mentado calor de pasear por las calles o la respiración atrapada en la contaminación.