De acuerdo con la Secretaría de Salud hasta este miércoles 30 de septiembre en México ya tenemos un total de 743 mil 216 casos confirmados acumulados de COVID-19 y 77 mil 646 fallecimientos confirmados. Si comparamos estas cifras con las presentadas ayer, tenemos que en 24 horas se confirmaron 5 mil 053 casos de esta nueva cepa de coronavirus así como 483 lamentables defunciones.
Hasta el momento se han estudiado a casi dos millones de personas ante la sospecha de COVID-19 y el porcentaje de positividad hasta la semana 38 es del 40%.
Si hablamos de estimaciones, en México ya tendríamos un total de 883 mil 032 casos de coronavirus de los cuales solo el 4% estarían activos, es decir que hay un total de 39 mil 507 personas que están infectadas con el virus SARS-CoV-2.
Afortunadamente ya hay un total de 533 mil 886 personas recuperadas.
Y se viene la influenza
En la mañanera del pasado 29 de septiembre, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell explicó que es probable que entre diciembre y enero se registre un pico de contagios de influenza.
“Lo hemos venido anunciando a lo largo de todo el verano, a partir de la semana 40 del año, es decir, ahora mismo, estamos por iniciar la temporada de influenza”, dijo el subsecretario.
Aunque el inicio de la temporada de influenza no comienza en un día específico, las autoridades sanitarias sí pueden tener una idea acerca del periodo en que aparecerá, se hará más fuerte —en cuanto al registro de los casos— y después disminuirá.
O sea, que en medio de la pandemia de COVID-19, los hospitales de salud pública deberán planear la atención para casos como la influenza e ir asegurando que la capacidad será suficiente para poder atenderlos y seguirles el paso.
De paso, Hugo López-Gatell aprovechó para explicar que la temporada de influenza es común y la van a “tener todos los países del hemisferio norte a partir de ahora, llegará a punto máximo, probablemente en diciembre o enero y después empezarán a disminuir los casos”.
Influenza: Qué es, cómo prevenirla y en qué es diferente del COVID-19