Por Raúl Bravo Aduna

Entre 1725 y 1726, un grupo de dueños de minas de carbón en el condado de Durham en el norte de Inglaterra se unió bajo el nombre de “Los grandes aliados”. ¿Su intención? Articular una red pequeña de rieles de madera para poder transportar, con vagones tirados por caballos, su materia prima hasta los centros industriales (principalmente a Newcastle) a lo largo de la cuenca del río Tyne. El trayecto no pasa de los 13 kilómetros; sin embargo, aquellos productores de carbón se dieron cuenta que, como sector conjunto, podían eficientar sus procesos de traslado alisando el tramo que recorrían un par de veces por semana para poder hacerlo diario y sin mayores inconvenientes para sus carretas. Incluso, construyeron el Causey Arch, un puente que se jacta de ser el primer tramo ferroviario suspendido y que sigue en pie a la fecha.

Foto: woodlandtrust.org.uk

Por cierto, la ruta que se trazó hace casi 300 años con rieles de madera sigue funcionando casi idéntica con trenes hoy. El recorrido se hace en unos 35 minutos y se puede tomar más de 10 veces al día, en cualquiera de sus direcciones.

Poco más de 100 años después, en septiembre de 1830, se inauguró la primera ruta férrea de pasajeros en el mundo. Por primera vez en nuestra historia, se conectó dos ciudades, Liverpool y Manchester, completamente por tren, dando la posibilidad a habitantes de ambos centros urbanos de poder transportarse “cómodamente” sin la necesidad de poner su vida en peligro (en carretas hechizas por caminos poco seguros) o de tardar más de 12 horas en un trayecto de 50 km (por río).

En gran medida, sin la conjunción de ambos eventos (replicados por millares en distintas latitudes del mundo) no se podría explicar la aceleración tecnológica y de innovación de los últimos siglos.

¿Un tren para unirlos a todos?

Los ejemplos del condado de Durham y de la conexión Liverpool-Manchester son fascinantes porque, por un lado, condensan miles de años de avances tecnológicos: la invención de la rueda, de los rieles, de la máquina de vapor, de los puentes ferroviarios; incluso, la articulación de hubs regionales por sectores e industria y la reconfiguración geográfica a partir de la reducción de tiempos de transporte, tanto de materia prima como de personas. Por otro lado, son un puntito en la historia que se presenta como trampolín para los avances a pasos agigantados que se han dado en términos de cadenas de suministro, desplazamiento y conexión a lo largo de los últimos 300 años. Para decirlo mal y rápido, nuestra vida moderna no existiría sin el tren como tecnología habilitadora y las redes férreas como estrategia industrial y comercial.

Tomando lo anterior en consideración, hace unos días se dio un anuncio que podría significar un punto de inflexión para la historia de México, Canadá y Estados Unidos. La empresa ferroviaria Canadian Pacific Railway (CPR) compró a su similar gringa Kansas City Southern (KSC) en una transacción que alcanza los 25 mil millones de dólares. Con ella, se pretende una fusión de ambas compañías para crear una red férrea que se vuelva la espina dorsal del T-MEC en cuanto a transporte de carga se trata.

Hasta antes de la fusión, KSC ya era en México la segunda principal empresa de servicio ferroviario de carga. Sus principales rutas conectan el centro de Estados Unidos, en Kansas City como base de operación, con los corazones industriales de nuestro país (Monterrey, San Luis Potosí y Querétaro), distintos puertos en el Golfo de México (Altamira, Tampico y Veracruz) y nuestra principal salida al Pacífico (Lázaro Cárdenas, Michoacán); por supuesto, pasando por diversos centros industriales de Texas.

Foto: marketmadhouse.com

Por su parte, CPR conecta el sur de Canadá de este a oeste (desde Montreal hasta Vancouver) con algunos puntos comerciales e industriales de Estados Unidos; en la costa este, con Albany, Nueva York; en el centro, con Minnesota, Chicago y, aquí está la clave de la fusión entre ambas empresas, con Kansas City. 

Foto: cpr.ca

De tal modo, de concretarse la transacción (que aún debe ser aprobada por las instituciones estadounidenses de competencia económica), la nueva empresa que se llamará Canadian Pacific Kansas City (CPKC) inmediatamente podrá presumir una red que conecte a México, Estados Unidos y Canadá, desde Veracruz y Michoacán hasta Vancouver y Montreal. Huelga decir, sin la necesidad de hacer cambios de operadores de trenes en ningún punto del trayecto.

Foto: railwayage.com 
¿Un nuevo renacimiento industrial en la región?

La creación de CPKC y su eventual red de trenes que conecten estos tres países es una apuesta de largo plazo, que se monta en la entrada en vigor del T-MEC el año pasado. Sin embargo, la fusión se anuncia en un contexto bastante favorable para el desarrollo industrial de nuestros países. Por un lado, las industrias que conectan estas naciones (como la automotriz, por ejemplo) comienzan a ser las primeras en repuntar después del hoyo en el que cayeron en 2020 por la emergencia sanitaria mundial por covid-19. Igualmente, tras la salida de Donald Trump como presidente de Estados Unidos (periodo en el que bajo la idea de “Made in America” se encarecieron las cadenas de suministros para la manufactura en la región), las relaciones comerciales con Canadá y México comienzan a mejorar.

Foto: railwayage.com

Por último, la crisis de covid-19, problemas como el bloqueo en el Canal de Suez que tanto ha sonado estos días o la escasez de chips ponen constantemente al descubierto lo ineficientes que pueden llegar a ser los cuellos de botella del comercio mundial, cuando se depende enteramente de arterias internacionales. Es decir, privilegiar las cadenas de suministro regionales, cimentadas sobre infraestructura operacional, puede ser la clave para catapultarnos como región frente a gigantes asiáticos como China. Sin olvidar la posibilidad de reducción de impacto ambiental al conectar tres países por tren, haciendo a un lado hasta cierto punto el uso de camiones de carga.

Así pues, no es exagerado cuando expertos y hacedores de política pública consideran que estamos en un punto de convergencia industrial súper favorable. Algo que no se había visto en décadas. 

¿Y qué, ya mañana amanecemos con esta red de trenes?

Lo más probable es que la transacción entre CPR y KCS se avale hasta mediados de 2022. Además, no se puede olvidar que México no ha sido necesariamente el mejor cumplidor de los capítulos del T-MEC a la fecha; a la larga, esto puede tener un impacto negativo en este tipo de iniciativas industriales. No obstante, de frente al anuncio de esta posible red ferroviaria, las reacciones de la iniciativa privada han sido interesantes, por decir lo menos.

Un par de días después de la noticia de la creación de CPKC, Kansas City Southern México anunció que para 2021 invertirán 118 millones de dólares en nuestro país para el desarrollo de sistemas y mejora de procesos, así como en infraestructura ferroviaria y equipo rodante. Es decir, ya traen más que el ojo puesto en el banderazo de salida para su red de trenes transfronteriza en un par de años. Y parece que lo mismo está sucediendo en estados, como San Luis Potosí, en los que su producción industrial es básicamente de exportación.

Si algo podemos aprender de “Los grandes aliados” de Durham es que un poquito de voluntad política, con un bastante de visión y algo de inversión en fierros, puede tener un impacto espectacular a lo largo de varios siglos. Ojalá el ejemplo sea profético para nuestra región. 

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Soy Raúl, pero la gente me conoce como Ruso. Estudié letras inglesas en la UNAM y tengo una maestría en periodismo y asuntos públicos por el CIDE. Colaboro en Sopitas.com desde hace más de seis años....

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