La pandemia por covid-19 dejó la peor crisis económica global en prácticamente un siglo. Esto no fue muy diferente para México. Vimos un desplome del PIB de 8.5% a lo largo de 2020. Y, para 2021, las predicciones más amables estiman que creceremos en poco más de 6%; es decir, nuestra recuperación, aunque en camino, parece insuficiente para terminar de palear los estragos que dejó—y sigue dejando—el coronavirus. El mercado laboral ha visto en este poco más de año y medio variaciones similares: la tasa de desempleo anduvo por 5.5%, por ejemplo. Asimismo, la Organización Internacional del Trabajo estimó que cerca de 44% de los empleos en nuestro país estaban—y están—en algún tipo de riesgo por la pandemia. Por supuesto, estas crisis se han visto reflejadas claramente en los locales (puntos de venta, pues) de México en general y de la CDMX en particular.
En tiempos como los que vivimos a veces hasta parece ocioso buscar estadísticas o números para explicar la realidad. Basta con salir a la calle y caminar algunas cuadras alrededor de nuestro hogar para ver la cantidad de tienditas, cafés, restaurantes y demás locales de comercio que han tenido que bajar la cortina en lo que llevamos de emergencia sanitaria. La cantidad de letreros de “Se Renta” o “En Venta” que tapizan barrios y colonias de la CDMX apenas y son reflejo de historias dolorosísimas que se han vuelto tristezas de familias enteras. En medio de la catástrofe, han salido a luz noticias que dan esperanza sobre el apoyo entre ciudadanos de una comunidad; sin embargo, la realidad es que sólo en la capital del país se estima que hay unos 37,000 locales comerciales sin inquilinos. Y es que durante la pandemia la demanda inmobiliaria de este tipo cayó 45%.
El corazón de todo barrio
Más de 99% de establecimientos en México son micro, pequeñas y medianas empresas. Cuando pensamos en los locales que están bajando la cortina en nuestro país, más que en grandes magnates millonarios tenemos que considerar que una buena parte son personas que hacen esfuerzos ciclópeos por salir adelante. La pandemia fue un golpe letal para muchos de estos establecimientos. Por encima de 50% de las ventas de productos al menudeo se dan en lo que se conoce como el canal tradicional (hay un establecimiento físico en la calle, al cual el cliente entra, observa y compra). Durante los meses de confinamiento generalizado, la mayoría de estos negocios, por un lado, tuvo que cerrar de tajo por las restricciones gubernamentales; por el otro, la falta de transeúntes hizo que dejaran de llegarles consumidores.
En esta situación se vieron particularmente afectados restaurantes, cafés y tienditas, que suelen ser el corazón de cualquier barrio o colonia en la CDMX.
Nuestro tendero de la esquina muy probablemente se las esté viendo negras. A mediados del año pasado, al menos 150,000 tienditas quebraron en México. Esto representa más de 20% del total de estos negocios. Pero la cosa se está poniendo todavía más peluda en 2021: la variación tan estrepitosa de precios en el mundo (como de la gasolina, el maíz y el gas) le mete una presión inflacionaria tal a los locales más pequeños que sus ventas se encuentran 40% abajo de lo “normal”; en gran medida, porque tienen que transferir precios a consumidores finales para poder siquiera sobrevivir.
Al mismo tiempo, han quebrado cerca de 9,000 restaurantes en la CDMX, de acuerdo a la Canirac. Y el consumo de café en locales especializados ha bajado hasta 25% en lo que va de la pandemia.
Todo a un clic de distancia
Es una obviedad decir que el futuro del comercio se encuentra en línea. Pero lo que a veces soslayamos cuando le damos clic a cuanta cochinada compramos en Amazon o Alibaba o Shein, o cualquiera que sea nuestro fetiche, es que eso va en detrimento de nuestras comunidades más inmediatas, de esos locales que son el corazón de nuestro barrio. Pero en medio de la pandemia no hubo mucha alternativa. Para bien o para mal, nuestros hábitos de consumo cambiaron. De hecho, de acuerdo a datos de la Asociación Mexicana de Venta Online, el e-commerce llegó a alcanzar un récord histórico de 9% en 2020. Parece poco, pero es un crecimiento de 81% con respecto a 2019.
Esta transición paulatina (se estima que para 2025 el comercio electrónico todavía representará menos de 25% del total de ventas en México) hacia lo digital puede explicar, en parte, el cierre tan bestial que se ve de locales en la CDMX. Para tratar de contrarrestar las pérdidas por la falta de clientes “en el mundo real”, comerciantes mexicanos recurrieron a canales que iban más allá del tradicional: desde páginas web hasta inscripción a servicios de delivery, pasando por los métodos favoritos de las nenis, como lo son Facebook Marketplace y, de plano, WhatsApp.
Estas estrategias se antojan interesantes, pero no se puede olvidar que al menos 48% de los hogares en México aún no cuentan con un acceso estable a internet; es decir, como país no nos podemos dar todavía el lujo de cerrar los locales físicos para comerciar.
¿Recuperación a la vista?
La CDMX tiene en la mira acelerar el proceso de reactivación y eventual recuperación económica para el último trimestre del año. Su estrategia, al momento, gira alrededor de tres ejes: vacunación total de la población mayor de edad (todo parece indicar que se cumplirá en la siguiente semana), cancelación momentánea de trámites a comerciantes y mantener la apertura de la ciudad en la medida de lo posible (la excepción, por ahora, son los horarios de servicio en antros y bares). Pero en los siguientes meses la apuesta será un poco más agresiva, con un regreso de eventos masivos (encabezado por las celebraciones de Día de Muertos, la F1 y el Corona Capital) que podrían significar una derrama económica considerable; igualmente, con un programa de promoción turística (que todavía no se revela).
Aún no terminamos de ver el verdadero final de la pandemia. Sin embargo, quizá es un buen momento para apoyar, en la medida de lo posible, a los comercios locales que nos rodean. Acercarnos a esos locales de nuestra cuadra y consumir ahí antes que hacer un pedido a través de clics, recordando que ése es el corazón de nuestro barrio. Antes de que, esperemos que no, nuestra tiendita de la esquina se sume a esas estadísticas sobre quiebres y cierres, todavía aterradoras, de la CDMX.