A lo largo de 2021, el litio ha ocupado titulares tanto de México como del resto del mundo por diversas razones. En nuestro país, el Gobierno Federal ha guiñado el ojo más de una vez a la idea de nacionalizar este metal, dado que contamos con uno de los yacimientos sin explorar más grandes del planeta. De igual manera, a nivel internacional ha llamado demasiado la atención a últimos meses su aumento de precio generalizado, acompañado por estrategias muy agresivas de acaparamiento por parte del gobierno de China; dicho sea de paso, algo que va en concordancia con los movimientos de este país con respecto al litio al menos a lo largo de los últimos 4 años. Todo esto adquiere mayores dimensiones cuando se toma en consideración que este “oro blanco”—como se le llama con frecuencia—está al centro de buena parte de las transformaciones energéticas del siglo XXI.
Sin hacer comparaciones demasiado extremas, el posicionamiento global de las potencias económicas del mundo actualmente parece rearticularse alrededor de la obtención del litio como materia prima, como hasta cierto punto antes sucedía (y sucede aún) con el petróleo. Lo que se ve es una carrera contra el tiempo para ver quién puede hacerse de mayores yacimientos para invertir en ellos con la infraestructura necesaria para obtener el metal. Y quien lleva una clara ventaja a nivel mundial es, sin lugar a dudas, China, país que ni tarde ni perezoso está cerrando 2021 con cuanta alianza y compras pueda concretar para asegurarse que tendrá un abasto adecuado de litio tanto para 2022 como para el mediano y largo plazo. La más reciente de estas transacciones se dio hace apenas unos días, cuando la empresa Zhejiang Huayou Cobalt compró por 422 millones de dólares la mina de litio “Arcadia” de Zimbabue.
¿Por qué importa tanto el litio?
El litio es un recurso estratégico por su impacto, junto con el cobalto, en la elaboración de baterías, incluidas las de los autos eléctricos, que no tardarán más de 20 años en ser el grueso de la industria automotriz de todo el planeta. Se trata de un compuesto que se necesita para la mayoría de la tecnología que se usa en estos días.
Tomando eso en consideración, China lidera desde hace años la transición energética a nivel mundial, cambiando por completo su matriz de investigación, producción y venta en todos sus sectores. Por eso fue tan controversial la liberación de parámetros de uso de carbón para fábricas en aquel país este año. Pero esto ha implicado que los chinos aseguren la explotación, control y suministro de buena parte del litio internacionalmente (se suele estimar que maneja 51% del oro blanco en todo el mundo).
Los yacimientos más robustos de litio sin explorar se encuentran, por un lado, principalmente en Argentina, Chile y Bolivia, donde existe ya la infraestructura para explotarlo en próximos años; por el otro, países africanos (como Zimbabue) y México tienen reservas enormes del metal, pero con proyectos que aún no cuentan con la infraestructura necesaria para completar los ciclos de extracción, complejos y caros, del litio para poder hacer uso de él. Y la realidad es que buena parte de los países con este tipo de yacimientos no tienen la capacidad de inversión para arrancar adecuadamente este tipo de proyectos; por ello, China—gobierno e iniciativa privada—ha sabido entrar al quite con velocidad, ya sea para comprar, aliarse o poner la infraestructura básica para obtener el metal.
Como si fuera Risk
A China le queda clarísimo que el futuro energético está en una transformación clara de su industria. Se tratará de una oportunidad dorada para mercantilizar ese cambio de matriz energética—tanto en el sentido de incorporar estos procesos a nivel nacional, como para producir tecnologías habilitadoras que sean necesarias internacionalmente para lograrlo. Y, por lo menos por el momento, no hay alternativa al uso de litio para transitar hacia esos modelos de mayor eficiencia energética. Se trata de una carrera contra el tiempo para ver quién puede asegurar lo antes posible la mayor cantidad de suministros de este “oro blanco”, para siempre estar un paso más adelante al resto del mundo.
Entre enero y octubre de 2021, se calcula que China se hizo de 6.4 millones de toneladas de litio, lo que equivale a lo que aseguraron todas las empresas del mundo a lo largo de 2020. Nada más en el mes entre el 10 de octubre y el 10 de noviembre pasados, compañías chinas de litio invirtieron más de 15,600 millones de dólares en proyectos de expansión de capacidad de extracción al interior de su territorio y a nivel internacional.
Aunque parezca pedestre decirlo, vaya que estos movimientos de China parecen alos que se dan en un juego de Risk, poquito antes de que todos comiencen a mentarse la madre. No es menor que este proceder de las empresas chinas, sobre todo en territorios africanos, sea tildado de una nueva forma de colonialismo, en el que se extraen recursos naturales de países en desarrollo a partir de inversiones millonarias.
Entre que son peras o son manzanas, todo parece indicar que China está cerrando 2021 con el tablero listísimo para mover sus fichas el próximo año. Va a ser muy interesante ver cómo responde “Occidente” en los siguientes meses.