En octubre del año pasado, Facebook anunció que cambiaría su imagen, nombre y concepto para llamarse Meta. El movimiento trajo consigo gran atención al tema de la convergencia de un metaverso en internet. Esta idea es una que gira alrededor de una red de inmersión total en entornos digitales de virtualidad absoluta que, eventualmente, estaría compuesta por realidad virtual y aumentada. Básicamente, un rollo tipo el que se ve en la película y novela de Ready Player One. Un espacio mediado, por un lado, por programas, aplicaciones, juegos y plataformas; por el otro, accesible a través de computadoras, teléfonos, tabletas y gadgets. Todo esto, por supuesto, con miras a que la vida “real” se lleve y articule completamente a través de la digital. Aunque, por el momento, los alcances del metaverso no dejan de ser especulación y juegos de imaginación.
Como con todo desarrollo tecnológico, estas propuestas traen consigo luditas y optimistas irredentos. Y, siempre, lo mejor probablemente será ver avances y retrocesos de este tipo con cautela. Pero, a pesar de no tratarse aún de un cambio consolidado, se empiezan a ver movimientos que llaman la atención por lo veloces y desproporcionados. Tal es el caso de lo que se está considerando como un boom inmobiliario en distintas plataformas del metaverso. Así como se lee, se está empezando a gestar una burbuja de compra y venta de bienes raíces en lo que se anuncia como el siguiente paso del internet. Empresas y personas han comenzado a comprar casas, edificios, espacios comerciales y terrenos (la mayoría de las veces en formas de NFTs o código en blockchain) digitales que rara vez cuestan menos de 13,000 dólares.
El metaverso ya se vende en terrenitos que en una de ésas se pelearán nietos en las cenas navideñas de 2099.
¿Hay un metaverso?
La noticia del cambio de nombre de Facebook hizo pensar, en general, que hay (o habrá, más bien) un metaverso. Pero la realidad es un poco más compleja. El concepto de este tipo de espacios digitales lleva años desarrollándose en comunidades de videojuegos que conjugan en sus plataformas las funciones de redes sociales, tiendas y hasta estadios para llevar a cabo eventos deportivos y conciertos. Programas como Roblox y Fortnite suelen usarse como ejemplos claros, pero el abanico de metaversos es enorme y se encuentra en constante expansión; precisamente, hay quienes abogan por referirse al metaverso en plural, aunque la idea es que se trata de dinámicas digitales que al final del día se interconectan. No obstante lo anterior, parte del hype actual viene de plataformas como Decentraland, Sandbox y Honnverse, que apuestan por la experiencia metaversal más como espacio de socialización y comercialización que como juego de video.
De hecho, las apuestas por un metaverso en internet van más allá de este tipo de programas. Microsoft, por ejemplo, se encuentra desarrollando Mesh, un espacio que pretende llevar las funciones de Teams (una plataforma que de por sí ya unifica todos sus servicios para que una empresa o institución pueda operar por completo dentro de ella) a un entorno completamente virtual donde uno pueda socializar, presentar y trabajar a través de sus avatares y de manera inmersiva. Eventualmente, la idea del metaverso es que encalle en un omniverso, donde realidad y virtualidad sean para efectos prácticos indiferentes para las rutinas y hábitos de los cibernautas. Algo que, si somos honestos, no es muy diferente a la forma en que llevamos nuestro día a día actualmente. Sólo que un poco más… interactivo y virtual… Como ya sucede en casi cualquier videojuego con función en línea.
¿Oportunidad dorada o especulación descarada?
Al no haber aún un metaverso consolidado, marcas y personas tratan de colocar su dinero en algunas de las plataformas más llamativas, con la esperanza de que se vuelvan, en un futuro no muy lejano, de uso casi obligatorio como lo son algunas redes sociales. Bajo esa idea de retorno de inversión es que se están cerrando ventas de lotes digitales en transacciones que incluso llegan a superar los 2 millones de dólares.
Se entienden las inversiones de estos negocios que constantemente deben buscar verticales de negocio nuevas, agregar puntos de venta y hacerse de publicidad. Pero no sólo empresas y marcas están en esta carrera por buscar espacios en el metaverso. También se venden “casas” virtuales que en ocasiones llegan a sobrepasar el costo de un hogar en el mundo “real”; además, vale la pena apuntar que por el momento se suelen tratar de las imágenes nada más, puesto que muchas veces aún no son funcionales ni siquiera en las lógicas virtuales de la plataforma en las que se venden.
El boom inmobiliario del metaverso gira alrededor de gente especulando sobre cómo se verán estas plataformas en algunos años; más importante todavía, cómo es que serán adoptadas o no estas tecnologías en el futuro cercano. Hay estimaciones que calculan que el mercado del metaverso será de 8,000 millones de dólares para 2024. Y programas como Roblox o Fortnite han sabido capitalizar este tipo de interacción inmersiva a lo largo de años. Pero eso está todavía lejos de convertirse en ganas e interés de las personas de estar perpetuamente conectadas a espacios virtuales a través de avatares. El tiempo dirá si esta burbuja de bienes raíces digitales era una oportunidad de oro o mera especulación descarada para inflar de valor algo que no lo tiene.