Hay una regla de oro que ha acompañado al mercado de autos a lo largo de los años. En el momento que sale un vehículo de agencia, ahí mismo comienza a depreciarse estrepitosamente. A ojo de buen cubero, se suele decir que en el primer año pierde cerca de 30% de su valor. A eso se le agrega un 10% anual, lo que hace que un coche no se pueda considerar como inversión. (Por supuesto que hay un grupo selecto de clásicos que con el paso de mucho tiempo acaban valiendo más, pero no es el caso para la gran mayoría.)
Y en esas dinámicas de precios el sector de autos usados, tanto en México como en el resto del mundo, históricamente ha desempeñado un papel interesante. Ayuda a que gente pueda mover sus vehículos antes de que terminen de depreciarse por completo y a que otras personas puedan adquirir un modelo adecuado a precios mucho más accesibles.
Pero la pandemia por covid-19 ha llegado a modificar por completo las lógicas y procesos de la industria automotriz en general y el mercado de los autos usados en particular. A lo largo de los últimos dos años se han visto incrementos en los precios de vehículos de segunda mano que rompen por completo con el entendimiento clásico que se tiene del sector. En medio de la pandemia se han visto incrementos interanuales de estos vehículos que alcanzan hasta 40%. Se trata de una tendencia que sigue desde junio de 2020; incluso así, parece que no se revertirá hasta finales de este 2022. Llama particularmente la atención porque carros de 2017 o 2018—incluso modelos austeros—en ocasiones se están vendiendo al valor de su factura, desafiando la lógica detrás de estos bienes tendientes a la rápida depreciación.
Las disrupciones contraatacan
Desde comienzos de la pandemia se empezaron a observar problemas fuertes en las cadenas globales de suministro y de valor. Con los grandes parones de economías e industrias en todo el planeta—particularmente en China—para establecer confinamientos y cuarentenas para controlar los niveles de contagio, hubo sectores que muy rápido se vieron afectados por escasez de insumos.
Esto fue notorio en el caso de los chips semiconductores. Por un lado, su producción bajó notablemente, generando de saque desabastos; por otro lado, el teletrabajo y la educación a distancia obligó a mayores porcentajes de la población mundial a utilizar más computadoras y dispositivos en sus rutinas cotidianas. Poco a poco se fue poniendo en jaque a la industria de los chips—que se encuentra considerablemente aglutinada en Asia—que ya no podía abastecer a todo el mundo. La cosa se puso todavía más peluda cuando se empezaron a reactivar economías simultáneamente, exigiendo más y más semiconductores.
Una de las industrias que más se vio afectada por todo esto fue la automotriz. Entre cierres de fábricas y falta de chips, poco a poco tuvo inventarios raquíticos que no pueden atender la demanda de vehículos en la mayoría de los países. Y aquí es donde entran los autos usados a la historia. A falta de coches nuevos y retrasos de meses para cumplir pedidos, los consumidores han volteado a ver opciones de segunda mano para comprar. Sin embargo, esto ha hecho que los autos usados también entren en dinámicas de escasez, apreciándose cada vez más, en contra de la lógica clásica de ese mercado. Los carros de agencia también han aumentado su valor en estos años, pero a tasas mucho más modestas que las de los usados (11% versus 37%).
Los nuevos jugadores en el mercado
No sólo el desabasto de semiconductores entra en la ecuación actual. Se suman las disrupciones en la cadena de suministro y la inflación que se ve particularmente en la región de América del Norte. Todo lo que sucede actualmente ha hecho que se repiense mucho de la forma en que se articulan los procesos de producción y abasto mundiales. Quizá en el mediano plazo se vean cambios en este aspecto, para que industrias privilegien cada vez más las interconexiones locales y regionales para su abastecimiento y logística. Pero, en el ínter, es interesante ver cómo el mercado de los autos usados parece consolidarse como un sector gigante, impulsado por desarrollo, tecnología y profesionalización.
Con peras y manzanas: la cadena de suministro en el mundo
La aparición de nuevos jugadores en el mercado de compraventa de autos usados no llegó con la pandemia. Las empresas de este nicho que tanto impacto ha tenido en los últimos años preceden a la emergencia sanitaria. Muy similar a lo que hicieron Uber y Rappi, observaron un negocio atomizado y poco sistematizado. Estaba repartido en periódicos, bazares, marketplaces no especializados, etcétera. Vieron la oportunidad de darle una arquitectura a esa oferta y demanda, para hacerla sencilla, accesible y flexible. Con las fichas puestas, los movimientos en la industria automotriz por la pandemia impulsaron su consolidación. Vaya, no es fortuito que durante esta crisis una de ellas se convirtió en el primer unicornio mexicano.
Todo parece indicar que la tendencia de altos valores de autos usados continuará hasta finales de 2022. Será más que interesante ver cómo se articulan estos mercados e industrias con miras al año que le sigue y el futuro inmediato.