Llevamos algunos meses de relativa tranquilidad en términos de la pandemia por covid. En México, casi todos los estados se encuentran en semáforo verde, hospitalizaciones, casos nuevos diarios y muertes llevan varias semanas a la baja. Las restricciones de movilidad son virtualmente inexistentes y se ha dado un regreso casi total a la vida pública en el país. El regreso alternado a las escuelas no ha mostrado repuntes de contagios y pronto se espera que la reapertura sea general y obligatoria. Asimismo, los eventos masivos ya empiezan a volver a ser parte de la vida cotidiana: se comenzó con los festejos por el Día de Muertos y la celebración del Gran Premio de México de la Fórmula 1, ahora con el festival Tecate Pa’l Norte y el Corona Capital de la CDMX está a la vuelta de la esquina. Pero no se puede decir lo mismo de Europa.
En Alemania llevan un mes con contagios al alza, promediando más de 37,000 casos diarios en la última semana. Francia vive algo menos espeluznante, pero que tampoco pinta bien: en el último mes se han duplicado los promedios de contagios diarios por covid, pasando de de 4,600 a 9,500 (con días que superan los 14,000 casos nuevos). Hay casos, como el de Grecia, que preocupan por sus porcentajes; llevan al menos dos semanas con una media diaria superior a 5,000 casos, pero con una población considerablemente menor que las de Francia y Alemania. Se está viviendo una cuarta ola de la pandemia por covid en Europa que ya empieza a tener respuestas intempestivas. En Austria, se implementó una nueva cuarentena diferenciada: sólo para personas que no se han vacunado. Holanda ha regresado a un toque de queda parcial, con tiendas cerrando temprano, y prohibiendo a espectadores atender eventos deportivos.
Una pandemia de los no vacunados
La situación en Europa preocupa en todo el mundo. Por un lado, porque, en lo que llevamos de pandemia, lo que vemos por allá al cabo de meses se empieza a replicar en otras latitudes. En marzo de 2021, por ejemplo, en México comenzábamos a sentir mayor tranquilidad frente al covid, cuando en Italia colapsaban hospitales y las escuelas volvían a cerrar, después de meses de esperanza. Los cambios de epicentros de la pandemia han servido, hasta cierto punto, como advertencias previsibles para el resto del mundo; particularmente, porque los ciclos de la emergencia sanitaria no han sido los mismos, al mismo tiempo, en todo el mundo.
Por otro lado, porque países como Alemania habían sido el ejemplo a seguir en términos de la instrumentación de políticas públicas para mitigar la catástrofe de esta enfermedad. Así pues, sí debe preocupar ver, desde lejos, cómo se revierten tendencias cuando se baja la guardia.
Parte de la preocupación viene de los altos índices de vacunados contra covid en buena parte de Europa. En Alemania rozan el 68% de población completamente inoculada. Sin embargo, precisamente éste parece ser el problema actual. La saturación de hospitales y los incrementos de contagios y muertes en el país teutón se están dando prácticamente en su totalidad entre las personas que decidieron no vacunarse contra covid-19. Por ello, Jens Spahn, ministro de Salud alemán, está llamando a esta cuarta ola “una pandemia de los no vacunados”. Esto se refleja en países como Portugal (90% de vacunación), España (80%) e Islandia (76%), donde no se registran las mismas variaciones tan graves en el número de contagios a lo largo de las últimas semanas.
Otros factores
Pero no todo se reduce a la población no vacunada contra covid para entender la cuarta ola de contagios en Europa. Expertos en la materia coinciden, en general, con que hay, al menos, otros tres factores que han contribuido al alza de casos actual. En primer lugar, aunque llevemos más de 19 meses en medio de esta emergencia sanitaria, la realidad es que se trata de una enfermedad estacional. Es decir, las bajas temperaturas contribuyen a su dispersión y a la propensión a contagiarse. De tal modo, es de esperarse que los países hacia el norte del continente sean los primeros en mostrar tendencias al alza.
En segundo lugar, también es un hecho que las medidas para mitigar el contagio de covid se han relajado considerablemente a lo largo de los últimos meses. Los confinamientos generalizados desaparecieron del abanico de opciones de los gobiernos; con justa razón, esto se dio porque se volvió cada vez más difícil, tanto económica como mentalmente, permanecer completamente aislados en estado de emergencia. Sin embargo, la relajación de las cuarentenas no fue acompañada por políticas de pruebas masivas y prevención constante.
Por último, parece que con miras a mantener a sus poblaciones tranquilas, una buena parte de países en Europa dejó de comunicar los riesgos y tendencias del covid… hasta que la emergencia volvió a estallar en semanas recientes. En Alemania, durante las elecciones pasadas de septiembre, la pandemia brilló por su ausencia en las plataformas de gobierno. En suma, había una idea colectiva errónea de que, con las vacunas ya puestas y la reactivación económica en marcha, la crisis sanitaria ya estaba más que superada.
Ahí viene la caballería
No todo es desesperanza. Es claro que hay una cuarta ola de contagios por covid en Europa que puede volver a desestabilizar, una vez más, la tranquilidad mundial que hemos empezado a vivir últimamente. Pero, en teoría, los últimos dos años han servido para aprender y preparar frente a escenarios de repuntes y cambios del coronavirus. Es decir, la situación general actual no es la misma a la de 2020 cuando todo llegó a irrumpir las vidas de billones de personas en el mundo. Las vacunas han probado que sirven para detener las tasas de contagio en todos los países y que el riesgo de transmisión sea menor. No obstante lo anterior, ahí no pueden terminar las estrategias de cuidado frente a una pandemia que continúa.
El desarrollo de medicamentos para prevenir muertes y hospitalizaciones por covid da buenas señales de que la cuarta y quinta olas de contagios serán un poco diferentes a las anteriores. Esto supone una nueva vuelta de tuerca en la pandemia, tanto en Europa como en el resto del mundo. Los datos que arrojan las nuevas medicinas de Merck (molnupiravir) y Pfizer (Paxlovid) son alentadores, incluso para personas con comorbilidades. De hecho, el molnupiravir empezará a ser utilizado en el Reino Unido el próximo mes y cuenta con mecanismos de distribución equitativa que, supuestamente, ayudarán a que no suceda lo mismo que con las vacunas, en cuanto a acaparamiento de países ricos.
Lo que sucede en Alemania y distintas partes de Europa no vino sino a reconfirmar algo que ya deberíamos saber: la pandemia por covid, por más que queramos pensar lo contrario, no ha terminado. No queda más que darle el justo respeto que merece.