Aunque esto no quiere decir que quien coma sanamente puede echarse una cajetilla de cigarros a diario, sí es un dato que sirve para colocar atención e intentar resolver el problema mundial que es la obesidad: “De la misma manera que el mundo se ha unido para regular los riesgos del tabaco, debe llegarse a un acuerdo marco sobre dietas adecuadas”, comentó Olivier de Schutter, relator de las Naciones Unidas para la Alimentación.

Durante el encuentro Hacia una Convención Mundial para Proteger y Promover las Dietas Saludables de la organización Consumers International, se dio a conocer que la obesidad es la responsable de 3.4 millones de muertes al año, mientras que 1400 millones de personas padece sobrepeso, por lo que están en riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, diabetes, osteoartritis e incluso algunos tipos de cáncer. Por esta razón no es exagerado considerar a la obesidad como la epidemia del siglo XXI.

El problema de la obesidad “es mucho mayor que el del tabaco”: mientras que el tabaquismo va en descenso, “los problemas asociados a una mala dieta van en aumento”, afirmaron expertos del Centro de Investigación Biomédica en Red para la Obesidad y la Nutrición, (Ciberobn).

Por lo anterior, en diferentes partes del mundo se presentan graves efectos contrarios a una insuficiencia alimentaria: 65% de la población mundial vive en países donde hay más muertos por comer que por la falta de; esto se refleja en el siguiente dato de la Organización Mundial de la Salud: 800 millones de personas en el mundo pasan hambre, mientras que mil 400 millones tiene sobrepeso. “Parte del mundo está literalmente comiendo hasta morir (…) No vemos ninguna prueba de que la prevalencia de la obesidad esté disminuyendo en ningún sitio. Los alimentos muy elaborados y las bebidas cargadas con azúcar son ubicuas, populares y baratas”, señala Margaret Chan, directora de la OMS.

El relator de la ONU hace dos años presentó propuestas para aumentar impuestos a los alimentos menos saludables, así como la regulación de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal. Así como en el caso de los cigarros, propuso limitar la publicidad de la comida chatarra y, por otra parte, apoyar al sector agrícola para que sus productos sean más baratos y, por tanto, más accesibles a los consumidores. Sin embargo, lamentó que pocos gobiernos hayan puesto en marcha sus iniciativas.

*Vía El País

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