En medio de la pandemia de COVID-19 y después de un año de manifestaciones, la gente acudió a las urnas para participar en un plebiscito histórico, en el que aprobó la creación de una nueva Constitución —y de una vez, sepultó el “legado” de la dictadura de Augusto Pinochet, militar que llegó al poder tras un golpe de Estado en la década de los 70 del siglo XX.
Con tan sólo dos preguntas: “¿Quiere usted una nueva Constitución?” y “¿Qué tipo de órgano debería redactar la nueva Constitución?”, se tejió y tejerá el destino de Chile.
El plebiscito en Chile
Más o menos por estas fechas —octubre de 2019—, la gente salió a protestar contra el alza del precio del Metro. Las manifestaciones cimbraron a la capital, Santiago, y se extendieron en otras provincias de Chile.
Es seguro que ustedes las recuerdan, pues todas hicieron eco a nivel internacional y derivaron en las protestas contra los abusos policiales y los feminicidios —digamos que el alza del precio del Metro fue la gota que derramó el vaso, pues la gente ya expresaba su descontento ante los precios altos en bienes y servicios o la desigualdad social que impera en este país.
Y es que si bien Chile logró cierta estabilidad económica entre los países de Sudamérica, la gente ha denunciado que la distribución de la riqueza no es equitativa —y la carga de los grandes impuestos se lo lleva la clase media y baja.
En este contexto —y al ver que el descontento de la ciudadanía crecía día a día—, el presidente de Chile Sebastian Piñera cedió y convocó a un plebiscito para redactar una nueva Constitución.
La cita sería el 25 de octubre de 2020.
¿Por qué fue histórico el “Apruebo” del plebiscito?
Va de nuevo: además de la desigualdad social, Chile cargaba con un remanente de la dictadura de Augusto Pinochet.
Precisamente por estos dos aspectos, el hecho de que la gente decidiera decir “Apruebo” a la redacción de una nueva Constitución y que una convención constituyente —integrada por 155 ciudadanos y ciudadanas que serán elegidos mediante el voto popular— se encargue de su redacción; es un hecho histórico para un país donde la Carta Magna fue impuesta tras un gobierno ilegítimo.
¿Ilegítimo? Sí, el 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado —llevado a cabo por militares y dirigido por Augusto Pinochet— puso fin al gobierno de Salvador Allende.
Luego, se instauró una dictadura y creó una Constitución —que en 1989 entró en un periodo transitorio y luego, de manera plena y general a partir de 1990.
Y pues básicamente en esta Constitución se decretó el rezago de la participación del Estado en rollos de infraestructura, bienes y servicios —y abrió el paso a la inversión privada y extranjera, lo que constituyó la base productiva y económica de Chile. Además de que limitó la participación plural de partidos políticos.
Ahora con el “Apruebo”, se planea que esta Constitución sea redactada de manera paritaria —que hombres y mujeres le entren a la planeación— y también se contempla una cuota de participación para los pueblos indígenas de Chile.
Así que las imágenes de las personas votando en el Estadio Nacional de Chile —usado durante la dictadura para retener a los prisioneros de Pinochet— son ya consideradas como históricas y símbolo de los frutos que rinde la organización popular.
¿Qué sigue?
El 11 de abril de 2021 la ciudadanía deberá elegir a la convención constituyente. ¿Luego? Vendrá un periodo de nueve meses, que puede extenderse, para los trabajos de redacción.
Una vez que el texto esté hecho, se pondrá a votación en un plebiscito de salida —donde el voto será obligatorio— y que se realizará en el segundo semestre de 2022.