Para llorar un poco este 14 de febrero, les informamos que otra jirafa corre peligro de ser sacrificada en Dinamarca, como ocurrió con otra hace cinco días en un zoológico de Copenhague pero la república de Chechenia está dispuesta a darle asilo para que no la maten.
Resulta paradójico que un país que se considera de primer mundo esté a favor del sacrificio animal por pureza racial (Dinamarca) y que la nación que se considera una de las más violentas de la zona (Chechenia) promueva el rescate animal. El mundo definitivamente se volvió loco.
El zoológico Jyllands, anunció el día de ayer que tiene la intención de sacrificar a otra jirafa macho por tratarse de un ejemplar no apto para la cría, Ramzán Kadírov, líder checheno, dijo que su país estaba dispuesto a adoptarlo:
“Estoy dispuesto a adoptar a Marius (nombre de la jirafa, el mismo que la sacrificada el domingo) en la república de Chechenia, si lo acepta el zoo de Jyllands. La arroparemos con cariño y cuidados y velaremos por su salud. Estoy convencido de que en una sociedad democrática, que cree en principios humanitarios, no deben suceder estas cosas”, dijo el líder chechén, Kadírov.
El zoo de Copenhague es objeto de duras críticas por haber sacrificado a una jirafa macho de dos años de edad, que curiosamente también se llamaba Marius, a la que mataron de un disparo para luego dársela de comer a los leones, todo esto ante los ojos de los visitantes, entre ellos muchos niños.
En Jyllands plantean matar a Marius porque el ejemplar, de siete años de edad, “es un híbrido: mezcla de dos subespecies” no apto para la reproducción, explicó a la televisión local una trabajadora del zoo, Janni Lotved Poulsen.
Poulsen precisó que el zoológico participa en un programa europeo para la cría de animales, por lo que uno de sus dos machos deberá “dejar sitio” cuando llegue una hembra.
“Si nos dicen que le tenemos que hacer la eutanasia, por supuesto que lo haremos. (…) Apoyamos absolutamente a nuestros colegas de Copenhague y habríamos hecho lo mismo”, recalcó.
El zoo de Copenhague justificó el sacrificio de la jirafa, que había nacido de una relación entre dos animales parientes, con su política de garantizar que los mejores genes pasen a las generaciones venideras para preservar así la supervivencia a largo plazo y la salud de las especies que acogen.