El pasado sábado 12 de agosto se registró una manifestación de supremacistas blancos, neonazis y ultranacionalistas en Charlottesville, Virginia. Distintas organizaciones de la llamada alt-right salieron a las calles a protestar en contra de la propuesta para retirar la estatua del General Robert E. Lee, quien luchó en la guerra civil estadounidense del lado de los confederados —aquellos que, entre otras cosas, estaban a favor de la esclavitud—. La movilización del fin de semana también tenía como finalidad que “todas las derechas” de Estados Unidos se unieran y “recuperaran su país”. Para este propósito, los manifestantes salieron a las calles ataviados con sus uniformes de batalla, sus mejores garritas nazis, émulos del Ku Klux Klan y —una noche antes— alumbraron las calles con sus antorchas tiki polinesias a la vez que gritaban “Hail Trump!“. Porque nada dice mejor “America first” que prender palitos y llevar cartulinas con consignas como “White lives matter” (las vidas de los blancos importan) y “Jew will not replace us” (los judíos no nos reemplazarán).
El mismo sábado, también en Charlottesville, marcharon opositores a la ideología pregonada por los grupos de la derecha alternativa; los antifas —mote despectivo utilizado por los grupos chovinistas— salieron a expresarse en contra de los ultras en un clima lleno de tensión. El resultado de este choque de posturas lo conocemos todos. Un joven de 20 años, identificado como James Alex Fields, atropelló a una multitud; el fanático de Adolfo Hitler y del nazismo —según uno de sus profesores— hirió a 19 personas y mató a una mujer. La activista por los derechos civiles Heather Heyer, de 32 años, murió arrollada por un automóvil mientras protestaba contra la marcha de supremacistas blancos. Este lunes 14 de agosto se le negó la libertad bajo fianza a Fields, quien será procesado por asesinato en segundo grado, tres cargos de lesiones dolosas y un cargo por darse a la fuga.
El presidente Donald Trump, en sus primeras declaraciones sobre el ataque en Charlottesville, condenó débilmente las expresiones extremistas de los ultranacionalistas. El líder republicano, que durante su periplo como candidato fue apoyado por personajes como Richard Spencer, una de las caras más visibles del movimiento alt-right y presidente del National Policy Institute, declaró el sábado que reprobaba el “despliegue de odio, fanatismo y violencia” acontecidos en Virginia. Acto seguido, responsabilizó de la esta violencia a “muchas partes”. Sobre los neonazis, los supremacistas blancos y los discursos de odio no se profundizó. Esta decisión fue fuertemente criticada por varios personajes de la política estadounidense. Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, denunció a través de Twitter que los supremacistas blancos habían llevado la intolerancia, el odio y la violencia a las calles. El mandatario dio un paso adelante y, en contra de la narrativa oficial, consideró que el ataque ocurrido el fin de semana se trató de un acto terrorista.
El religioso, abogado y senador republicano Orrin Hatch, por su parte, criticó sutilmente a Trump por su tibieza a la hora de referirse a los responsable de las agresiones en Charlottesville. “Debemos llamarle al mal por su nombre. Mi hermano no dio su vida peleando contra Hitler para que las ideas nazis no sean desafiadas aquí en casa“, escribió el legislador de Utah. Cory Gardner, senador republicano por Colorado, también tundió al magnate y le pidió que reconociera que estas acciones eran obra de supremacistas blancos y que el evento del sábado fue terrorismo. Marco Rubio, senador republicano por Florida, escribió lo siguiente: “es muy importante para el país que el presidente describa los eventos en Charlottesville como lo que son: un ataque terrorista de supremacistas blancos“.
Terry McAuliffe, gobernador de Virginia, fue una de las voces más críticas contra el ataque. “Tengo un mensaje para todos los supremacistas blancos y neonazis que vinieron hoy a Charlottesville. Nuestro mensaje es claro y simple: ‘váyanse’. No son bienvenidos en esta gran comunidad. Les debería de dar vergüenza. Pretenden ser patriotas, pero son todo menos un patriota”, indicó el mandatario. Michael Signer, alcalde de Charlottesville, se ha convertido en uno de los críticos más incisivos contra el presidente Donald J. Trump: el político demócrata culpó al magnate por la violencia en el país y también denunció que la polémica campaña presidencial de Trump no hizo sino alebrestar a los grupos extremistas y a validar sus discursos contra las minorías. “Miren la campaña que hizo“, indicó Signer.
La Casa Blanca salió al rescate de Trump y, a través de un comunicado, señalaron que el mandatario había condenado enérgicamente las acciones de todos los grupos extremistas, incluyendo al KKK, los neonazis y demás organizaciones.
Trump on #Charlottesville: “We condemn in the strongest possible terms this egregious display of hatred, bigotry and violence on many sides” pic.twitter.com/qdvhcnCTpD
— NBC News (@NBCNews) 12 de agosto de 2017
Las declaraciones originales de Trump cayeron de pelos en el lado de los supremacistas blancos. De acuerdo con un texto publicado en el sitio neonazi The Daily Stormer, los comentarios del presidente fueron buenos para su causa porque no se les atacó de manera directa a ellos. “Sólo dijo que la nación debe estar junta. Nada específico en nuestra contra. Dijo que necesitamos estudiar por qué la gente está enojada e insinuó que hay odio… de los dos lados. Entonces insinuó que los antifa son enemigos“, se puede leer en el comunicado compartido tras la marcha y los enfrentamientos. “Dijo que nos ama a todos nosotros”, es la línea que remata el mensaje.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, defendió al magnate desde Colombia; Pence declaró que el llamado a la unidad que hizo el empresario fue “desde el corazón” y “sincero“. Fiel a la costumbre de la administración actual, el funcionario federal culpó a los medios de comunicación de ponerle más atención a los comentarios del oriundo de Nueva York que a los responsables de la violencia. “Debemos poner atención donde merece estar y es en los grupos extremistas que necesitan ser expulsados enteramente del debate público y ser desacreditados por ser grupos de odio”, sentenció Pence. El vicepresidente añadió que su jefe no se expresó de manera ambigua y que este sí condenó a las organizaciones extremistas.
Ivanka Trump, hija del presidente, tuiteó que en la sociedad estadounidense no hay lugar para el racismo, la supremacía blanca o los neonazis. En un segundo posteo, la empresaria pidió que unidad entre todos los habitantes de Estados Unidos.
En las últimas horas ha surgido más información sobre el caso. La marca Tiki brand products, fabricante de las antorchas utilizadas el pasado viernes por los grupos supernacionalistas, se deslindó de los eventos ocurridos en Charlottesville. Kenneth C. Fraizer, presidente ejecutivo del gigante farmacéutico Merck & Co. Inc. y miembro del Consejo Nacional del Comercio —creado por Trump para fortalecer la industria local—, renunció este lunes toda vez que el mandatario no condenó abiertamente a los grupos supremacistas blancos. La empresa registradora de dominios de internet y de alojamiento web Go daddy le comunicó al sitio The Daily Stormer que solamente tenían 24 horas para mover su dominio a otro proveedor debido a que habían violado los términos de su servicio.
Ante la presión de la prensa, de la ciudadanía, de los políticos y hasta de miembros de su propio partido, este lunes 14 de agosto el presidente Donald J. Trump salió a condenar, por fin, a los grupos radicales responsables de la tragedia de Charlottesville.“El racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes para todo lo que apreciamos como estadounidenses“, indicó el presidente en una declaración breve. “Aquellos que propagan la violencia en el nombre del fanatismo atacan el corazón mismo de Estados Unidos”, remató el líder originario de Nueva York.
En este contexto ha aparecido una grabación que data de los años cuarenta y que, sorprendentemente, retrata con fidelidad la situación actual en el vecino país del norte. En 1943, el Departamento de Guerra de Estados Unidos lanzó un video para evitar que sus ciudadanos cedieran ante la retórica fascista. Esta grabación fue compartida por la agencia informativa Al Jazeera, ¿el discurso no les recuerda a cierto político estadounidense?