Es el barrio de moda y de los más “alternativos” en Londres.  Al noreste de Londres puedes encontrar absolutamente  de todo, desde grandes edificios diseñados por Sir Norman Foster, rodeados por bardas intervenidas Obbey, Roar Kaws o el propio Banksy.

Es el barrio de Shoreditch, al noreste de Londres donde los muros vacios se convierten en colosales murales y las fábricas y naves industriales abandonadas se transforman en lujosas tiendas y  exquisitas galerias, rodeadas de lo que los locales llaman “lifestyle” cafés, lugares con mesas comunales (todas de madera, por supuesto) en donde se puede echar un buen el lunch (sin gluten, obviamente) cenar, o echar un buen trago, además de vender muebles accesorios y por supuesto comida. 

Tenía que ser ahí, en la lucha de lo más alternativo, donde encontraríamos lo más simple, pero al mismo tiempo complejo:  El Cereal Killer Café, un lugar que inició como una loca idea de Alan y Gary Keery, dos gemelos irlandeses que después de curarse algunas crudas a base de cerveza, decidieron inventar lo que ellos siempre querían para sus resacas:  un lugar en donde vendieran cereales, de todo tipo y a todas horas.

La idea parecía lejana para dos jovenes que apenas terminaban la universidad. Sin embargo, apareció Indiegogo, una fondedora digital en donde colgaron su idea y se encargaron de que la gente donara diversas aportaciones. En cuestión de meses juntaron 20 mil libras y echaron a andar el negocio que abre sus puertas a las 7 de la mañana y sirve el último tazón de cereal a las 10 de la noche.

De hecho, al medio día está tan lleno como a las 8 de la mañana.

Para muchos, se trata de la última moda hipster, para otros como yo, se trata de una inigualable experiencia que le devuelve lo divertido a algo tan predecible como puede ser el cereal.

En Cereal Killer Café se sirven más de 120 variedades de cereales, cuyas cajas están protagonizadas por todo tipo de personajes, desde Darth Vadder, Bart Simpson, los Gremlins, o las princesas de Frozen, hasta políticos, deportistas y por qué no, los ositos cariñositos.

Pero no todo es color de rosa, aunque preparar una taza de cereal puede ser lo más simple del mundo, aquí la misión se vuelve más complicada que un examen de algebra, pues primero se deberá de elegir el tipo o sabor de cereal que se quiere de entre una infinita oferta.  ¿crema de cacahuate? ¿dulce de leche? ¿canela extrema?  Yo escogí el de Pan Francés.  Posteriormente, se debe escoger la clase de leche, que va de todos tipos, desde la clásica, entera, semi y deslactosada, leche de soya, de avellana, de almendra, de coco, de vainilla o yoghurt y por último, los toppings para decorar este manjar, donde se encuentran malvaviscos, diversos tipos de chocolates o galletas.

El precio, para un británico puede parecer simple:  4 libras con 50 centavos.

Para un mexicano: es el cereal más caro que he comido en la historia, 103 pesos con 80 centavos, pero como bien dicen por ahí, el que convierte, no se divierte, ¿y qué mayor diversión que meterse un atracón de azucar, teniendo como testigos a los ositos cariñositos?

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