Dos grandes figuras del Siglo XX, sin duda, son el genio de la física Albert Einstein y el muralista Diego Rivera. Cada uno en su campo lograron destacar al grado de obtener fama internacional, pero quizás no sabías que estos dos compartieron una breve, pero significativa historia en la que expresaron el respeto y admiración que sentían por el otro.

Todo comenzó cuando, tras ser censurado en su trabajo comisionado por los Rockefeller, Rivera decidió retomar su obra esta vez en para la New York Workers Schoolun centro propagandístico del Partido Comunista de los Estados Unidos. A fin a los ideales del lugar, Rivera realizó un mural con secciones dedicadas a la historia de Norteamérica y al nazismo, en el cuál plasmó la figura de Albert Einstein.

Lamentablemente, de los 21 paneles móviles que conformaban la obra, 13 se perdieron; una parte cuando la escuela cambió su sede, la otra en un incendio en la casa de descanso del Sindicato de Trabajadores del Vestido, poseedor de 16 paneles.

El fruto de esta obra fue un interesante intercambio de correspondencia entre Rivera y Einstein. En 2013, Lior Haiat, vocero de Israel en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, confirmó que “Einstein preservó una copia de su carta a Rivera“.

La misiva fue escrita el 13 de febrero de 1934, en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey. En ella, Einstein escribía a Rivera: “No podría nombrar a cualquier otro artista contemporáneo cuyo trabajo haya sido capaz de ejercer sobre mí un poderoso efecto similar. Espero que el mundo se dé cuenta cada vez más de lo que posee en usted”. 

En México, por su parte, el borrador de la respuesta que Diego Rivera escribió al científico fue hallado en el baño de la Casa Azul de Coyoacán.

Le agradezco a usted que de una manera tan valiente ha tomado partido por las minorías expoliadas y por los hombres perseguidos, y contra la actual profusión sobre la tierra de las fuerzas oscurasque amenazan con hacer caer el mundo en los fondos más bajos de la barbarie“, le escribió Rivera a Einstein, unos días después de recibir la carta del científico.

No se sabe que la interacción haya ido más allá de estas dos cartas; pero sin duda alguna, este breve intercambio es una parte muy interesante del encuentro entre dos mentes brillantes.

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