Por Lucía Petersen
Somos millones de personas en esta ciudad que diariamente necesitamos trasladarnos de un punto a otro. Elegir nuestro modo de transporte no debería estar sujeto a la incertidumbre de cuánto va a tomar la fila para lograr subir al camión o cuánto tardará éste en llegar. Tampoco deberíamos sentir miedo de ser acosadas, asaltadas, o aplastadas. Lo único de lo cual debería depender el modo de transporte que elegimos diariamente es de la rapidez, la seguridad, el precio y la comodidad de cada uno de los medios disponibles.
Las más de ocho millones de personas que vivimos en la Ciudad de México y las más de 22 millones en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) aún nos encontramos muy alejadas de la posibilidad de movernos libremente y en condiciones adecuadas por nuestra ciudad.
De acuerdo con la Encuesta Origen Destino de la ZMVM 2017 de INEGI se realizan 34.56 millones de viajes diarios entre semana. De éstos, 11.15 se realizan caminando y 15.57 millones se llevan a cabo en microbús o combi, con únicamente 6.6 millones que se llevan a cabo en automóvil. Estas cifras contrastan con el hecho de que la mayor parte del presupuesto para movilidad (85%) está destinado a infraestructura para el automóvil, de acuerdo con un estudio del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP). No obstante, la inversión a favor del automóvil ha probado ser una medida ineficiente. Desde hace años, la Ciudad de México es una de las más congestionadas del mundo y, de acuerdo con la agencia de tráfico TomTom, desde 2017 somos la metrópoli con la peor congestión vial del mundo.
Los problemas de movilidad no se limitan únicamente a la lentitud de los traslados y al congestionamiento vial. Además, sufrimos y padecemos todos los días el problema más importante que tiene la Ciudad: la inseguridad. Todos los días se registran un sinnúmero de asaltos, muchas veces con violencia, e incluso de extorsiones en las distintas rutas de nuestra ciudad, sin que haya forma de evitarlo o de defendernos. Es muy común que reflexionemos detenidamente qué documentos llevamos con nosotros “en caso de que nos roben” o que pensemos en trucos o estrategias para que no nos “bajen” tantas cosas en un asalto. En el caso de las mujeres, la situación es mucho más grave. De acuerdo con el Diagnóstico sobre la violencia contra las mujeres y las niñas en el transporte público de la Ciudad de México, 9 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia sexual en sus recorridos cotidianos. Tenemos que garantizar la seguridad de todas las personas y, sobre todo, de mujeres y niñas en el sistema de transporte público de nuestra ciudad. No sólo con ocurrencias como el silbato que promovió Mancera como medida anti-acoso.
Además, tenemos que enfrentar los crecientes desafíos medioambientales, producto del olvido del transporte público y del acelerado crecimiento del parque vehicular ,el cual se duplicó en los últimos 10 años en la ciudad. Esto gracias al impulso al crédito de consumo para comprar un automóvil y la falta de una estrategia que atienda las deficiencias de los sistemas de transporte público.
Mucho pudo hacerse en el sexenio de EPN para mejorar la movilidad en la Zona Metropolitana. Es un reto pensar en cómo el gobierno federal no trabajó de manera coordinada con las autoridades del Edomex y la CDMX para impulsar una estrategia de transporte público metropolitano. Atrás habían quedado las rencillas entre Hacienda Federal y las autoridades locales, sólo se requería de voluntad política para invertir en expandir y mejorar nuestros sistemas de transporte. Éstos fueron seis años que se perdieron para aligerar los traslados de las millones de personas que diariamente se trasladan desde y hacia la CDMX.
Sin duda, viajar en la Ciudad de México puede ser una experiencia esquizofrénica. En 30 minutos o en 2 horas, te encuentras con rincones mágicos e inolvidables en medio del desorden, el caos, el ruido y la contaminación. Y esto no va a cambiar. No, mientras no se ponga en el centro de la conversación la necesidad de redignificar el transporte público e invertir en mejores condiciones para los peatones y usuarios de bicicleta.
Aun así, con todos los retos que hay por delante, con la locura cotidiana que es trasladarse en la ciudad, vivir la experiencia de viajar de forma distinta, vale toda la pena. Imaginar otra ciudad, otra manera de moverse, otra vida, es posible.
Todos los días millones de personas caminan, trabajan, viajan y sueñan esta ciudad. La habitamos desde Tecámac a Santa Fe, de Iztapalapa al Centro, de la Del Valle a Polanco. Se ha recorrido camino, pero aún nos falta mucho para que todas nosotras ejerzamos nuestro derecho a realizar este sueño de un transporte público que sea motivo de orgullo y dignidad. En donde puedas elegir cuál es el que más te conviene. Una ciudad que se piense a sí misma y sea capaz de plantear un Plan Maestro de Movilidad en conjunto con sus vecinos. Una ciudad en donde una mujer se sienta segura al subirse con su hijo en los brazos para llegar a algún otro lugar de esta inmensa ciudad.
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Lucía Petersen es parte de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas.
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