Por José Ignacio Lanzagorta García

Con el supuesto respaldo chavista a López Obrador se inauguró el proyecto #Verificado2018, el capítulo mexicano contra las noticias falsas en tiempos electorales. El esfuerzo, más que encomiable, es indispensable. Siempre hemos necesitado brújulas, elegir a quién creerle y quién a no. Esto mismo es, de entrada, una decisión ideológica. Le creo al cura, le creo a la profe, le creo a mi familia, le creo al callodehacha. De ahí uno podrá hacer su propio ejercicio de evaluación y conciencia y decidir qué tanto le funcionó la brújula para cada caso. Pero cuando la información se disemina tan rápidamente y, sobre todo, con un alto contenido emocional, estas brújulas lo son todo. Todo. #Verificado2018 aparece como una nueva brújula contra aquellas que, intencional o accidentalmente, están descalibradas. Para muchos, la tendremos incorporada desde ya.

Pero queda un problema: #Verificado2018 sólo sirve para quien elija usarlo como brújula. La “verdad” verificada sirve de poco a quien, por ejemplo, ha decidido que las vacunas son nocivas para la salud. Son tantos quienes, expuestos a los discursos de educación básica, media y hasta superior, sostienen que la posición aparente del sol en un trasfondo plano estelar determina sus estados de ánimo y sus destinos. Aquello que sea la verdad es lo que es relativo y no el punto de vista de quien la mira. Si el programa de López Obrador es convertir a México en la Venezuela pre y post chavista no hay #Verificado que valga. A lo mejor el video de callodehacha es falso, pero la verdad que importa no es ésa. A veces no hay temor al ridículo de haber caído en la paparrucha porque lo que está en juego es la disputa ideológica, no la verdad.

#Verificado2018 sirve para los que sí sentiríamos vergüenza por creer algo que, bajo nuestros criterios de verdad, resulta falso. Es poco probable que al saber que un video noticioso es sólo propaganda maliciosa nuestras preferencias políticas se transformen, pero al menos nos da alguna orientación y certeza sobre las que tenemos. La mentira diseminada entre quienes la creyeron pero no tienen interés en conocer su versión verificada, igualmente, solo fortalecen con más o menos intensidad las suyas.

Se le achaca a las redes la llegada de una era de “posverdad”. A mí se me hace que lo que está ocurriendo es sólo que ahora nos podemos aglomerar más y mejor en las comunidades de creencias que ya existían más las que se van formando. Sus mitos, sus biblias, sus criterios de validez, sus propagandas y otros instrumentos de comunicación “verdaderos” o “falsos” quedan a la vista de todos. El engaño y la mentira son sólo estrategias en el juego de unas comunidades contra otras. La ventaja la llevan quienes han entendido el juego y, por eso, #Verificado2018 nos es tan indispensable para tantos, pues justo para eso nos sirve: con la información verificada no sólo aflora la mentira, sino también, a veces, el mentiroso; es decir, quienes comprenden bien el juego.

Resulta, pues, interesante que la primera noticia falsa del proyecto de #Verificado2018 fuera una diseminada, especialmente, por el comunicador Callo de Hacha (Jorge Avilés). Como con la noticia en sí, no estamos apenas descubriendo que este personaje sea un farsante o que no comparta ni lo más elemental del campo periodístico o, vamos, siquiera escrúpulo alguno. Desvelar a callodehacha como divulgador de noticias falsas difícilmente afecte las bases de sus seguidores y escuchas. Es probable que un núcleo importante de éstos no lo siguen por su calidad periodística, sino por su calidad ética. No afectará tampoco su empleo, pues éste consiste precisamente en no tener calidad periodística alguna, ni ética y atender a una comunidad discursiva bajo la consigna de las élites gubernamentales y económicas. Su papel es fortalecer lazos ideológicos, no informar. El mensaje es AMLO = desabasto, la veracidad del formato es irrelevante.

Foto: radioformula.com.mx

#Verificado2018 es la herramienta que queda para quienes estamos en otra comunidad. Una que nos gustaría imaginar mayoritaria. Y, según uno de los muchos estudios, análisis y publicaciones recientes sobre las noticias falsas y redes sociales, parece que así es, por lo menos, en el contexto estadounidense. La verdad, dice, tiene la posición inicial, pues los periodistas y fuentes que trabajan con criterios de verificación tienen más prestigio y seguidores que los portales y comunicadores que no. El problema es que la mentira, dicen, “gana siempre la carrera”, pues se disemina rápido. Al contexto mexicano habrá que agregarle que muchos de sus más conocidos y prestigiosos comunicadores, algunos cuyos empresas ahora forman parte del proyecto de #Verificado2018 (¡hola, Televisa!), llevan más de una década sirviendo de agencia de comunicaciones de un grupo político, hoy en el poder. No es que vendieran noticias falsas, es que no vendían noticias. La tormenta informativa en México no sólo lidia con la mentira, sino también con la desinformación.

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José Ignacio Lanzagorta es politólogo y antropólogo social.

Twitter: @jicito

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