Martha murió la tarde del lunes 23 de marzo. A pesar de que el brote de coronavirus ha ocasionado una emergencia internacional que ha cobrado la vida de casi 15 mil personas en el mundo entero, la historia de Martha acaparó las portadas nacionales: de 71 años, ella fue la primer mujer fallecida por COVID-19 en México… y desafortunadamente, su caso ha destapado crudas realidades del sistema de salud nacional.
“Estamos esperando que la muerte de mi mamá haga ver todo lo que está mal para que no se repita”, lamentaba, entre lágrimas, la hija de Martha en una entrevista ofrecida a Elisa Alanís, periodista de Milenio.
De acuerdo con sus familiares, los últimos días de vida de Martha estuvieron rodeados de omisiones y negligencia por parte de las autoridades nacionales, internacionales y de los hospitales privados que reciben, atienden —y le cobran— a miles de habitantes de la Ciudad de México.
Primero: Los aeropuertos
Martha llegó a México el pasado 17 de marzo. Ella regresó a nuestro país en el vuelo #6403 de Iberia, proveniente de Madrid, después de haberse aislado durante cuatro días en un puerto de hotel por el riesgo de contagiarse de coronavirus.
En España nadie le preguntó nada y cuando llegó a nuestro país también pasó todos los filtros de seguridad sin ser detenida un momento.
Semanas antes del primer caso confirmado de COVID-19 y de la llegada de Martha, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) aseguraba tener protocolos de detección de pasajeros enfermos: cámaras termográficas que checan su temperatura, seguimiento de viajeros que vienen de lugares con grandes números de pacientes y un sistema de detección temprana durante los vuelos.
Martha comenzó a tener síntomas graves al día siguiente de haber cruzado por el aeropuerto sin ninguna dificultad.
Acusaciones contra el Hospital ABC
Ese mismo día, sus familiares llevaron a Martha —que también padecía mieloma múltiple y diabetes— de emergencia al Hospital ABC ubicado en la Ciudad de México.
Debido a su antecedente de viaje en Madrid y sus síntomas graves relacionados a un contagio de coronavirus, pagaron cerca de 25 mil pesos para que les realizaran una prueba de detección de COVID-19 en el Hospital ABC.
Los resultados de esa prueba tardaron tanto que llegaron después de que Martha había perdido la vida.
“La omisión del Hospital ABC, al que la llevamos, de no darle seguimiento, de habernos engañado, de vendernos una prueba para tener resultados en cierto tiempo y no entregarlos y eso es factor determinante para que a mi mamá no se le haya atendido oportunamente”, recriminaba la hija de Martha en la misma entrevista con Milenio.
Los señalamientos contra Locatel
Mientras el tiempo pasaba y los resultados del Hospital ABC no llegaban, los familiares de Martha contactaron a las autoridades de la Ciudad de México por las vías oficiales el 20 de marzo. Tomaron la aplicación de mensajes SMS y contestaron el cuestionario digital.
Debido al estado de salud de su madre, Locatel les informó que alguien de la Secretaría de Salud iría de emergencia a hacerle los estudios necesarios. Solamente le recomendaron mantener el aislamiento.
Nunca llegó ningún médico especializado.
El 21 de marzo, mientras los síntomas empeoraban, sus familiares llevaron a Martha al Hospital Ángeles Metropolitano para que fuera atendida de urgencia.
Dos días después, la mujer de 71 años perdería la vida… aún sin la confirmación de contagio por COVID-19.
“Si hubiéramos seguido las indicaciones de Locatel, mi madre habría muerto encerrada, en casa y sin ser reconocida como portadora de coronavirus y todos nosotros en riesgo porque aunque tratamos de ser muy estrictos en la cuestión higiénica, no escapábamos de ser infectados”, reclaman sus familiares.
*Con información de Milenio