Los muchachos de BuzzFeed México publicaron una investigación el pasado 14 de diciembre en la cual exponía la poca representación que tenemos los ciudadanos de a pie, morenitos, en nuestros medios de comunicación. En una sociedad que se describe a sí misma mayoritariamente como morena, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, las portadas de las 15 revistas más leídas en nuestro país terminan por reflejar una realidad distinta.
De acuerdo con el trabajo previo del internacionalista y politólogo mexicano Mario Arriagada Cuadriello, en el mundo de la prensa de sociales, mucho menos estridente y más glamuroso que el periodismo del showbiz, se busca la estética, lo socialmente aceptable, y más aún, lo socialmente deseable. En la investigación de Arriagada, titulada “Quién no es quién“(Nexos), se desmenuzan los criterios que utilizan los editores y fotógrafos de estos medios para seleccionar a las personas aptas para aparecer en una publicación.
En las revistas de sociales solemos ver atractivas y elegantes personas, en su mayoría de tez blanca, ataviadas con trajes finísimos y vestidos de ensueño. Quizá jugando un partido de tenis, surfeando o haciendo esquí en un resort exclusivísimo en Suiza o Francia. La creación de un mundo de blancos en un país de morenos, señala el especialista, no se limita a este tipo de medios de comunicación, sino que está presente en casi todos los ámbitos mediáticos, como la publicidad, el entretenimiento.
Laura Raquel Manzo, actual editora del Huffington Post México y exeditora de la revista Quién —publicación que, de acuerdo con la investigación de Buzzfeed, incluyó menos gente de tez morena en su número de diciembre de 2016— respondió al portal que las revistas y la publicidad no hacen sino reflejar las aspiraciones de los mexicanos y que éstas tienen poco o nada que ver con ser morenos. De acuerdo con la editora, lo más vendido en la industria de la belleza, después de los perfumes, son tintes y maquillaje.
¿Recuerdan el caso del casting de Aeroméxico? La cosa es tan sencilla e irrisoriamente ofensiva como que en un correo electrónico que tenía como finalidad buscar modelos para una campaña publicitaria de la aerolínea, se señalaba específicamente que no buscaban a alguien moreno, sino que más bien estaban buscando a alguien con un look “tipo Polanco”. Claro, las personas morenas salen en los comerciales de apoyos gubernamentales, de turismo o cuando se quiere representar el barrio como algo bajo.
De acuerdo con el historiador Alejandro Rosas, la sociedad mexicana podrá ser intolerante y discriminadora pero nunca una estrella porno racista. Y sus distinciones, más que con la raza, tienen que ver con la estratificación social. Es decir, se discrimina a partir de la posición económica de una persona, más allá del color de su piel. El clasismo mexicano está permeado “de soberbia, autoritarismo e impunidad” y además es histórico, afirma el experto. Así que las expresiones “naco”, “indio”, “guarro”, “gato”, “chusma” o “pelado” obedecen más a una razón de posición social más que al racismo.
El antropólogo, sociólogo y académico mexicano Roger Bartra piensa, por el contrario, que nuestra sociedad sí es racista y que su discriminación está “dondequiera que mires: en los estratos ricos, en las capas acomodadas, en la clase media”, además de los sectores más pobres e incluso en comunidades indígenas: “es dramático, cuando tienen un hijo más blanquito creen que es mejor”, afirma el especialista diciendo que el racismo en México se da tanto en la cúspide como en la base.
Esta discriminación en los medios e incluso en la sociedad puede sustentarse en el concepto de pigmentocracia, definido por la doctora en filosofía Susana Vargas Cervantes como “una relación entre poder y el color de piel” o la “legitimación del dominio de las personas de piel blanca sobre las personas de piel oscura”.
La investigadora especializada en temas de clase y tonalidades de piel en Latinoamérica concluye que el racismo y el clasismo, ambos problemas, están presentes en nuestra sociedad y que su combinación crea una forma de discriminación que “a través de la interpretación social de unos ciertos aspectos biológicos caracteriza estos aspectos como positivos o negativos”.
Hacer visible el problema es un acercamiento a combatirlo aunque, como afirmó en su carta la exeditora de la revista Quién, el problema de discriminación en México se remonta a muchísimos años antes de la aparición de las revistas ‘poco representativas’, la publicidad que busca a modelos “tipo Condesa”, “clase alta” o “aspiracional” y las telenovelas.
Más allá de las críticas que se puedan hacer al ejercicio de Buzzfeed (por su falta de rigor metodológico y quizá autocrítica) y de asumir que el racismo y el clasismo son un mal histórico que parece inevitable, es un buen momento para aprovechar su contribución y reflexionar al respecto: sí, las revistas y demás medios de comunicación fomentan la discriminación, pero este mal tiene su origen en cada uno de nosotros.
Oh, mira, @BuzzFeedMexico pone bebé rubio ojiazul como gancho de esta nota.
(La denuncia está buenísima. Nomás inclúyanse en la autocrítica) https://t.co/oTiFm9zDTG— Ignacio Lanzagorta (@Jicito) 15 de diciembre de 2016