Por Rodrigo Cornejo

¿Qué es un constituyente? Es la forma histórica y legal de llamar a una reunión de gente (normalmente representantes populares) que tienen el objetivo de escribir y fijar las reglas de convivencia entre el pueblo. Aún más importante, en un congreso constituyente es donde se definen las reglas del juego entre gobernantes y gobernados. A través de la historia, estas reuniones suceden debido a largos esfuerzos revolucionarios, sociales o de un conflicto armado. Son una forma de inaugurar una época nueva, en donde es obvia la necesidad de acordar una forma de convivir, sea para dejar las armas atrás, para ponerse de acuerdo o para forjar una identidad común

¿Quién y cómo decide qué es obvio?

La experiencia nos dice que el cansancio de estar levantado en armas mucho tiempo, el excesivo derramamiento de sangre o los alzamientos populares en contra de pequeños grupos que explotan y oprimen a los pueblos son las condiciones que hacen que un país frene y diga: “es hora de un tiempo nuevo”. ¿Qué hay en común en todos esos acontecimientos? Que cuando suceden, son las mayorías sociales y populares las que hacen que sea necesario un constituyente.

Aclarado qué hace necesario un congreso constituyente y las razones por las cuales normalmente se convoca, revisemos algunos que han sucedido en la historia de México.

Congreso Constituyente de 1856

Después del penoso papel que jugó el dictador Santa Anna, había un gran enojo popular. Habíamos perdido una guerra injusta. La invasión estadounidense dejó al pueblo mexicano derrotado, cansado y humillado por la vergonzosa venta de territorio a precios de remate. Se cobraban impuestos hasta por tener ventanas. El enojo popular era tan profundo, que era común escuchar rimas y versos burlándose de Santa Anna, como el que rezaba “Santa Anna no es mujer“:

Es Santa sin ser mujer,

es rey, sin cetro real,

es hombre, más no cabal,

y sultán, al parecer.

Por estas razones, estalló la Revolución de Ayutla y los liberales, de la mano del pueblo, lograron que Santa Anna huyera de México. Poco tiempo después de eso nace la Ley Juárez. Esta ley nació por el cansancio del pueblo de que las leyes separaran y privilegiaran a unos mientras que la mayoría sufría y era explotada. Por ello, fue apoyada por el reclamo popular que pedía «¡no más privilegios, igualdad para todos los ciudadanos!». La gente estaba harta de que Santa Anna gobernara para sí y para unos cuantos.

Conforme avanzó el esfuerzo de la revolución, se convocó a un congreso constituyente.

La necesidad de renovar las reglas de convivencia era clara. Había que frenar la corrupción del conservador Santa Anna y las derrotas de México. En este constituyente se creó el frágil pero importante balance entre Iglesia y Estado. Lejos de toda convicción antirreligiosa, se procuró dar a cada quién lo que correspondía, respetando la libertad de creer y de no creer; también se reconoce la libertad de expresión, entre otras cosas. Este congreso constituyente entendió bien la necesidad de los tiempos.

Así lo consigna Emilio O. Rabasa, que nos cuenta que durante la elaboración de esa constitución “[…] se tomó partes de la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, del Bill of Rights norteamericano, algo de la Constitución de Cádiz y lo disperso de la Constitución de 1824.” A pesar de que la constitución anterior contenía claramente elementos conservadores, distintos a la convicción liberal, los constituyentes entendieron la necesidad de rescatar y preservar los valores, libertades y aspiraciones del pueblo mexicano, traduciéndolas en nuevas reglas para un nuevos tiempos.

constiutyente de 1917

Congreso Constituyente de 1917

La Revolución Mexicana tuvo varias causas y fue un acontecimiento histórico complejo. En general, podemos resumirla como la manera de nuestro pueblo de levantarse y tratar de cambiar una terrible situación, que encuentra su espejo el día de hoy. Mientras unos tenían todo, había muchos, muchísimos, que no tenían nada. 

Se repite una situación que ya describimos. De nuevo, mediante una persona que ejercía el poder, pequeños grupos de gente consiguieron una gran cantidad de privilegios económicos y sociales.

Mientras ese pequeño grupo estaba ocupado en copiar los deliciosos platillos y las costumbres de Francia, los economistas estudiosos de la desigualdad dan cuenta de que los campesinos pasaban hambre durante el Porfiriato, víctimas de la inflación.

Para muestra, un botón: el yerno de Porfirio Díaz disfrutaba de “cenas de gala en el Parque Lira, que siempre daban la nota en los periódicos [con] vajilla importada” y en los restaurantes finos de la época “se imprimían menús en francés con el nombre del convidado y del anfitrión” donde degustaban mignons surprise, poisson au vin blanc y otras delicias, como cuenta el historiador culinario Rodrigo Llanes. Los terratenientes vieron multiplicarse sus ingresos por tres, mientras que la inflación de la última década del Porfiriato dejaba a los más pobres en la calle.

Una vez desatada, la Revolución fue un conflicto sangriento que duró mucho tiempo.

Hasta el baño de sangre que cubre México desde 2006, fue el conflicto más violento y sangriento del México independiente, relativo a su población y el número de heridos y muertos. Las demandas de justicia, tierra y libertad comenzaron a toparse con la realidad de un cruel conflicto que enfrentaba cada vez más a mexicanos con mexicanos, al pueblo con el pueblo. Nació la necesidad de apaciguar al país y poder convivir para detener el derramamiento de sangre. 

Quedando claro que el pueblo no bajaría las armas hasta que sus demandas de justicia social no se atendieran, nace un constituyente que produjo una ley básica ejemplo en todo el mundo. El líder victorioso de esa revolución, Carranza, había tenido ya problemas en una convención constituyente que procuró unir a fuerzas opuestas y que fracasó. Pensando cómo darle la vuelta a sus opositores, presentó un proyecto y a sus diputados constituyentes más leales, para que fueran mayoría.

Sin embargo, las demandas populares y la amenaza que representaba no atenderlas, significó dos lecciones que vale la pena llevar al día de hoy:

  • Ni siquiera una mayoría en constituyente pudo evitar que se tomaran en cuenta reclamos sociales de justicia válidos. La propuesta inicial de Carranza se modificó bastante y, como resultado, México arrojó un documento modernísimo, de vanguardia. 
  • Sin abolir la propiedad privada pero reconociendo lo mejor del espíritu socialista, crea la propiedad colectiva. Reguló las relaciones entre obrero y patrón y creó una serie de derechos sociales sin igual en todo el mundo. Se creó un equilibrio entre las aspiraciones de justicia social y las condiciones de desarrollo del pueblo.

Salió bien: el pacto resultante y una constitución repleta de derechos sociales duró casi 60 años sin modificarse sustancialmente. Duró hasta la década de los 80.

Cuando una serie de presidentes fuertemente influidos por una tradición de pensamiento extranjera y ajena al desarrollo histórico del pueblo mexicano decidieron copiar irreflexivamente un modelo de país basado en el individuo y no en las demandas históricas del pueblo. Aquí advertimos otra lección: quien no lee el momento histórico de manera sensata y con un profundo pensamiento social detrás, irremediablemente verá sus edificios legales derrumbarse por la fuerza de la gente.

¿Constituyente de 2019?

Desde 2018, en Jalisco el gobernador electo ha jugado con la idea de convocar a un constituyente. Por todo lo que ya repasamos de estas dos experiencias históricas exitosas de constituyentes en México, vale la pena hacer varios apuntes y preguntas.

Hay que preguntar cuál es la razón de ser de un constituyente: los problemas de Jalisco son diversos y apremiantes, pasan por las demandas de las mujeres de vivir bajo un nuevo pacto de convivencia social que garantice una vida sin violencia y agresión, por las demandas sociales del derecho a vivir sin el miedo de ser asesinado o desaparecido sin que se sepa jamás qué sucedió. Además, el modelo de convivencia económica exige nuevos derechos sociales, como el vivir de forma digna en una casa que esté bien conectada con un transporte público. Temas tabú de derechos de tercera generación (sobre todo los económicos); los derechos de las mujeres sobre su cuerpo también se asoman, por más incómodos que sean de discutir.

Igualmente, hay que preguntar si al poder electo le queda claro quién está detrás de estas demandas.

Movimientos sociales organizados desde el poder popular, grupos de familias de desaparecidos, trabajadores de clases medias y bajas que aspiran a vivir una vida mejor. Si se convoca a un congreso constituyente en Jalisco sin tomar en cuenta la gravedad de nuestros problemas y los millones de personas que están detrás de estas demandas, podría pasar lo que sucedió con las Siete Leyes impulsadas por los conservadores en 1835; una serie de leyes que sin pies ni cabeza, buscaban de manera dura restablecer un control perdido por falta de legitimidad. Fueron un fracaso: se independizó Texas y Yucatán y se sentaron las bases para la invasión estadounidense. El daño fue irreparable.

Estas leyes sólo duraron 11 años antes de ser derogadas y caer en el olvido. Después, los conflictos internos hicieron que sus creadores, su ideario y su ideal de país cayeran derrotados en la figura de Santa Anna. Hay dos caminos, el pueblo y la historia han sido sabios para decidir. En Jalisco sucederá lo mismo invariablemente, la diferencia estará en que la sabiduría o la falta de ella de sus gobernantes harán que suceda temprano o tarde. De alguna manera sucederá, ya que el clamor de justicia del pueblo de Jalisco está puesta en ello.

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Rodrigo Cornejo fue parte de #YoSoy132 y candidato a diputado federal. Político local y autodidacta de la transparencia y rendición de cuentas. Su web personal es www.rodrigocornejo.info

Twitter: @Rodrigo_Cornejo

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