Le restan únicamente dos partidos a la Copa del Mundo de Brasil y no preguntarse qué sucederá con los estadios del país es casi inevitable. Mucho esfuerzo, tragedias e inversiones millonarias podrían terminar en el olvido.

De las doce ciudades en las que se remozó o construyó un estadio nuevo, cuatro podrán palpar más de cerca como esos monstruos quedarán poco a poco en el olvido, a pesar de todavía oler a pintura y a horas de trabajo que podrán venirse abajo.

Manaos, Cuiabá, Natal y Brasilia serían los lugares afectados. El Mane Garrincha, la Arena Pantanal, el estadio Das Dunas y la Arena Amazonia no cuentan con un programa a seguir, no tienen equipo en alguna categoría de las ligas brasileñas y estarían destinados a su extinción.

Los responsables políticos han tratado de presentar otras opciones para los estadios. Ya en 2013, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, intentó tranquilizar a los ciudadanos durante la inauguración del estadio Mané Garrincha, en Brasilia.

Tal como sucedió con algunas obras en Sudáfrica 2010, que se construyeron específicamente para el evento, estos monstruos arquitectónicos que tuvieron una inversión aproximada de mil 600 millones de dólares, serán algo que los ciudadanos recriminen por algún tiempo, sino es que siempre.

Como ejemplo está lo que sucederá con el club más famoso en Cuiabá que es el Mixto Esporte Clube, de la cuarta división. Que al acabar la justa tendrá un recinto en el que caben más de 40 mil personas, el cual parece no se llenará ya que el equipo a pesar de ser multicampeón no tiene tantos seguidores.

La planeación no se llevó a cabo como se esperaba, la gente nunca estuvo de acuerdo y pedía otras cosas necesarias (escuelas, hospitales, etc.,) en lugar de un estadio destinado a ser un elefante blanco. Si bien la mayoría se utilizarán para el futbol de primera división, parece que estamos ante la inminente llegada de cuatro hermosos elefantes blancos.

La FIFA pidió desde un principio únicamente ocho estadios a la Federación Brasileña y al gobierno del país, pero estos, por complacer a altos cargos de la política brasileña, decidieron echar a andar cuatro proyectos más, los cuales abarcaron cifras inimaginables, pero que al final cumplieron un capricho.

En Natal, el estadio albergará un partido de segunda división la próxima semana entre América y Bragantino, en el que se esperan unas 3 mil personas. La situación es similar en Manaos y Brasilia.

¿Demolición u olvido? ¿Qué será mejor para cuando termine el Mundial?

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