El día de hoy Bob Marley habría llegado a 70 años de vida. A pesar de su desaparición material, el legado del jamaiquino sigue vigente el día de hoy, a pesar de las constantes trivializaciones que la industria del entretenimiento se ha encargado de mantener para su beneficio.
Si estuviera vivo, Robert Nesta Marley seguramente ya habría compuesto muchas canciones al respecto de los más recientes acontecimientos sociales y organizado varios eventos de caridad a favor de los desvalidos de cualquier índole.
En su catálogo han quedado plasmadas decenas de canciones que siguen siendo (desafortunadamente) apropiadas al momento que vivimos. Cuando vemos todas las manifestaciones en protesta por el asesinato de jóvenes afroamericanos, en algun momento suena “Johnny Was a Good Man” o “Buffalo Soldier”, o cuando las madres afligidas buscan a sus hijos secuestrados/asesinados en Ayotzinapa, nos viene a la memoria “No Woman, No Cry”. Cuando una nueva invasión o conflicto entre extremistas religiosos tiene lugar, nos llega el mensaje de “War”. Cuando nos asaltan en la ciudad, nos viene a la memoria “Concrete Jungle”. Cada que sube el dólar y los hombres en el poder se enriquecen más “Babylon System” o “Guiltiness” apuntalan nuestro encono ante esos tiburones que harán lo que sea con tal conseguir lo que quieren, incluso si ello implica devorar al pez pequeño y el dinero no represente nada más que agua dentro del mar. Ante cada injusticia siempre podemos enarbolar “Get Up, Stand Up”.
Para muchos adolescentes, Bob Marley representa una figura lejanísima, tal como para un cuarentón le representa lo mismo Robert Johnson: sabemos que es importante pero el señor está a muchas décadas de distancia como para significarnos algo.
Desde luego, la música e imagen de Marley con el paso del tiempo se ha desvirtuado. Para la gran mayoría de las personas, se asocia con la fiesta y fumar marihuana sin control, “música de pachecos”. Por supuesto gran parte de la culpa la tienen estaciones de radio y televisión, quienes durante muchos años se han encargado de difundir incesantemente las canciones más “ligeras” de Marley (“Three Little Birds”, “Could You Be Loved”, “One Love”, “Is This Love”), las cuales efectivamente también forman parte de su discografía; todas esas que atiborran las infinitas compilaciones y especiales en su memoria. Las canciones de reclamo, las combativas, las de denuncia le son ajenas al grueso del público.
Marley componía estas canciones festivas y románticas como contrapeso a su parte social/política. Humano al fin y al cabo, también lo inspiraban las mujeres y las pocas cosas bellas de la vida, con las que también trataba de poner una sonrisa en los rostros de los deprimidos habitantes de Kingston y Jamaica en general. Tampoco podía estar toda la vida siendo un soldado Rastafari. Sin embargo la figura del luchador social, quien abogaba por los derechos de los afroamericanos y buscaba la justicia para los oprimidos, se ha ido diluyendo por la del jamaiquino fiestero y buenaondita.
Bob realmente creía en lo que predicaba, o al menos trataba de ser congruente con su propia ética de vida y la filosofía Rastafari. Sentía que Dios le había otorgado una misión divina. No le importaba que algunos lo aborrecieran por hacer denuncias y señalar verdades, estaba convencido que la verdad debía ser dicha siempre. Esto le valió que en 1976 un grupo de desconocidos armados irrumpieran en su casa (situada irónicamente en Hope Road) y trataran de matarlo afortunadamente sin éxito aunque le dejó de recuerdo una bala incrustada en un brazo, la cual si se la hubieran sacado, no habría podido volver a tocar la guitarra. Aún así Bob no se amedrentó y siguió expresando su sentir social y político en canciones, pues también entendía los riesgos de cuestionar a los hombres en el poder, quienes en su visión, pretendían perpetuar el pasado histórico de los jamaiquinos, quienes llegaron ahí como esclavos desde las costas de África y así querían mantenerlos por medio del dinero y el poder (cosa que hoy en día aplica en cualquier país “en vías de desarrollo” o donde reinan los conflictos armados).
Justamente la ambición y el poder que tanto combatió, la hermandad que predicaba para todos sus hermanos jamaiquinos, terminaron permeando entre sus familiares y amigos, ante la ambición por la cuantiosa herencia de Bob, quien nunca tuvo la precaución de dejar un testamento. Su esposa Rita, sus abogados, las disqueras y sus propios compañeros Wailers (quienes hoy en día recorren el mundo divididos en dos grupos con el mismo nombre, clamando ser los “originales”), todos ellos se atacan por un pedazo del tesoro que construyó Bob Marley, de quien hoy en día exprimen regalías y venden su imagen en todo tipo de productos al mejor postor.
Sus hijos parecen tener un mejor concepto de la herencia que les dejó su padre, quien los educó bien para que no tuvieran que mendigar en las calles. Su hija mayor Cedella, es cantante, bailarina, actriz, diseñadora de modas (creó la ropa para el equipo jamaiquino que participó en las pasadas Olimpiadas) y es la directora del sello disquero Tuff Gong que acoge todas las producciones de la familia Marley, fundado por su padre. Rohan se dedica a producir productos ecológicos y sustentables. Damian, Stephen y Ziggy son quienes se dedican a revivir la música impulsada y popularizada por su padre, en un país aún golpeado por los conflictos bélicos.
La trivialización de la figura de Bob Marley es preocupante. Se ve con agrado que haya una marca de cigarrillos de marihuana legales con el nombre Marley Natural y sea una empresa jamaiquina quien los comercializa, con lo que generará una fuente más de empleo para sus paisanos, Sin embargo, el estilo de vida que escogió Bob (la filosofía Rastafari), dentro del cual, la marihuana (la ganja propiamente) es parte de un sacramento, utilizada con motivos místicos y de inspiración, queda minimizado por sus implicaciones comerciales.
Sería mucho más agradable tener premios dedicados a la paz o las labores sociales que lleven su nombre, centros educativos, casas de cultura, museos, organizaciones caritativas (Bob solía regalar su dinero afuera de su casa a quien lo necesitara). La gran enseñanza de este importante músico, si uno analiza con detenimiento su obra, es que uno debe hacer todo lo posible por hacer el bien (a uno mismo, a los demás). No importando si es por medio de la rabia, la desesperación, el amor o la denuncia, el resultado final es lo único importante: el bienestar (material y espiritual) de toda la humanidad.
Hoy en día que el Rock ha sido castrado, dulcificado, desgrasado; que se ha vuelto inofensivo, conservador y poquísimos artistas viran el timón para expresar algo más que no sea vender un producto o sus traseros, no perdemos la esperanza de que nuevas generaciones encuentren que el mensaje de Bob Marley nos indica que la música puede cambiar tu vida (y la de los demás), no sólo llenarte de fama banal; que sus letras contienen muchas respuestas a las preguntas elementales de la existencia que no tienen fecha de caducidad y hoy en día siguen teniendo una contundencia apabullante.