El ejército de Estados Unidos no actúa solo durante sus invasiones. Las compañías militares privadas tienen un éxito cada vez más grande y peligroso. La violencia legal ya no es monopolio de Estado.
Antes de la guerra de Irak, la existencia de estas compañías no era tan conocida y aún hoy pasa desapercibida entre la mayoría. Sin embargo, es posible encontrar datos no sólo reveladores sino alarmantes sobre ellas. Un ejemplo rápido: durante la invasión a aquel país en 2010, 94 mil 413 elementos fueron miembros de algunas corporación militar privada, contra los 91 mil 600 soldados del ejército oficial estadounidense. Leíste bien.
Por supuesto, es bien sabido el uso de grupos de mercenarios más o menos organizados, más o menos violentos, originarios de los propios países invadidos y utilizados como fuerzas de choque, control y espionaje dentro de las comunidades ocupadas por el ejército estadounidense. En este caso, sin embargo, nos referimos a compañías privadas especializadas en entrenar soldados con estrictos métodos y disciplina castrenses, proveer personal militar altamente capacitado, coordinar operaciones especiales de cualquier naturaleza y ofrecer servicios logísticos en general.
De entre estas empresas, una resulta especialmente poderosa: se trata de Blackwater, también conocida como Academi. Erick Prince, su fundador, ex elemento naval y republicano declarado, describe así la intención de la compañía:
“Estamos tratando de hacer por la seguridad nacional lo que FedEx hizo por el servicio postal.”
Blackwater fue fundada en 1997. Su base principal se encuentra en Carolina del Norte y actualmente ofrece entrenamiento militar a más de 40 mil personas al años. Un 90% de sus utilidades actuales provienen de sus contratos con las autoridades estadounidenses. En el 2000 la empresa creció repentinamente al establecer contratos de entrenamiento para marinos. La guerra contra el terrorismo declarada por Bush en aquella época significó el inicio de una racha de crecimiento para Blackwater que no ha dado un paso atrás. La empresa proporciona seguridad privada a todos los diplomáticos estadounidenses en Medio Oriente y en muchos otros países; resguarda bases militares y de la CIA y mantiene personal de asalto activo en varias latitudes: siempre leales a la chequera de la Armada y a la de quien pueda pagar sus servicios.