Por Feike De Jong
La Ciudad de México se encuentra entre las 10 más biodiversas del mundo y contiene 2% de las especies de plantas y animales que existen. Gran parte de esta riqueza se encuentra por los límites de la megaciudad. El Valle de México está especialmente dotado de pinos, también se encuentran pumas, venados, armadillos, cacomiztles entre los mamíferos, una gran variedad de serpientes, lagartijas y otro tipo de fauna. Generalmente, este tema se aborda desde un enfoque conservacionista. Hay que proteger esta biodiversidad no por razones económicas, sino como un legado para las generaciones futuras y respeto para la vida en general. Pero luego nos olvidamos del tema.
Sin embargo, las ciudades más vanguardistas entienden este dato por lo que es … una gran oportunidad para el desarrollo urbano.
Singapur ha convertido la expansión de sus espacios verdes en un eje estratégico en su plan para convertir “la ciudad en una jardín” y, pese a tener un área muy restringida, 40% del espacio urbano tiene cobertura verde. Aunque normalmente se ve a la biodiversidad como un lujo, la experiencia de Singapur demuestra que puede ser parte central del desarrollo urbano. Para ellos, la naturaleza y la biodiversidad son factores para promover la marca de la ciudad, una manera de bajar el estrés y mejorar la salud de sus ciudadanos, una herramienta para la educación, una medida para mitigar extremos climatológicos y evitar inundaciones, y finalmente como una herramienta clave para crear un ambiente agradable para vivir.
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La mega diversidad del Valle de México en el futuro se podría convertir en un motor para el desarrollo urbano de las periferias del área Metropolitana del Valle de México. ¿Por qué no en lugar de hablar de un “cinturón de miseria” presumir un cordón de la biodiversidad? ¿A quién no le gustaría vivir en un cordón de biodiversidad? Muchos de los municipios y delegaciones periféricas todavía tienen gran potencial de convertirse en municipios verdes. Para cosechar los muchos beneficios que eso brindaría tendrán que verla no como un tema marginal del desarrollo urbano; más bien, como un tema medular de él.
Hoy en día el centro de la Ciudad de México, pese a sus muchos y evidentes atractivos, es caro, caluroso, congestionado y contaminado. El continuo zumbido del tráfico, claxonazos, sirenas, charcos y el movimiento de la muchedumbre pueden pesar sobre la salud y el bienestar. El centro es atractivo por una extrema concentración de servicios, pero eso, a su vez, está empezando a rebasar la tolerancia al caos de muchas personas. Además, es lo que llaman una isla de calor, con temperaturas significativamente más altas que la periferia. Según la consultora KPMG, la introducción de árboles puede bajar la temperatura entre 2 y 8 grados centígrados. Aunque el centro es el gran blanco de las inversiones urbanas, siempre se queda rebasado por la realidad de una zona saturada.
Las periferias, por el contrario, muchas veces son ciudades dormitorio, muertas durante el día, con una falta de servicios, con aspecto de grandes planchas de concreto con una imagen urbana mala. Pero tienen espacio y mano de obra barata y con esos dos elementos se pueden hacer muchas cosas.
Es difícil que las periferias de la megaciudad compitan con el centro en variedad de servicios, historia, arquitectura, arte, espacios simbólicos y comercio de nicho, sin grandes inversiones. Deben competir en los elementos en los cual las delegaciones centrales de la ciudad son más débiles. Sembrar arboles no es caro. Tampoco lo es mantener un barrio limpio y tener una imagen urbana ordenada. Son más temas de voluntad y organización que de costo. Estar cerca de una área verde puede tener un impacto directo de 5% a 7% en el valor de una casa según un estudio australiano.
Mucha gente se muda a la orilla de la metrópolis justo por la búsqueda de un sueño suburbano de vivir entre la naturaleza. La promesa de un espacio medio campestre es la gran ventaja competitiva que pueden tener las periferias frente el centro de la ciudad. Cumplir esta promesa puede ser un hito político. Gran parte del éxito político de Juan Zepeda en Ciudad Nezahualcóyotl tiene que ver justo con las inversiones en imagen urbana y áreas verdes que hizo como presidente municipal.
Dinamos, Ciudad de México
Aunque invertir en biodiversidad puede sonar como una frivolidad en zonas donde faltan tantos servicios urbanos, en realidad un enfoque de este tipo y en la naturaleza puede ser una forma barata y eficaz de mejorar la calidad de vida y el valor inmobiliario de zonas urbanas. La naturaleza y la biodiversidad no son temas de moda, ni de sentimiento, son el futuro del urbanismo metropolitano y el primer municipio que se lance sobre esta herramienta será el primer municipio en cosechar los frutos políticos y económicos de ello.
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Feike De Jong es maestro en filosofia, periodista y consultor en temas urbanas. Es autor del app/libro Límites. Caminando por la frontera de la orilla del Valle de México disponible para Mac iOS en www.edgebureau.com.