Aaaaah, Ciudad de México. Si conociéramos todas las historias y leyendas que guarda la gran Tenochtitlan nos asombraríamos o enamoraríamos más del lugar por donde transitamos. Tal es el caso de la Barranca del Muerto, bien conocida por ser una de las estaciones de la Línea 7 del Metro, pero que tiene un buen de historia.
Historia que nos dejaría con el ojo cuadrado y si no nos creen, aquí armamos una compilación de los mejores relatos sobre Barranca del Muerto —los documentados o esos que se convirtieron en leyenda y a más de uno le sacaron un buen susto.
El nacimiento de la Barranca del Muerto
Mucho antes de que la civilización mexica floreciera y desde tiempos prehistóricos, en la Sierra del Ajusco el volcán Xitle comenzó a darle forma a esta zona del sur de CDMX.
Gracias a su actividad volcánica, Xitle abrió la tierra, provocando una profunda fractura que se convirtió en una barranca.
Barranca del Muerto: el nombre llegó después
Esta barranca tenía más o menos 15 metros de profundidad —aaaaala, estaba cañona, ¿no?—, separaba a los pueblos de Mixcoac y San Ángel y, como imaginarán, el paso era complicado.
Así que probablemente fue en el virreinato que bautizaron este lugar como Barranca del Muerto, por los cientos de accidentes de los viajeros o porque este sitio era usado como una especie de fosa común.
Sí, ahí eran arrojados los cuerpos de los habitantes de San Ángel o foráneos. Y así fue como nació la leyenda del fantasma de la barranca.
Noches de Luna llena
Ahora sí que cuenta la leyenda que en noches de Luna llena se aparecía el fantasma de una de las tantas personas cuyo cuerpo terminó siendo arrojado a esta esta barranca.
El fantasma no era para nada amigable. Era un alma en pena que aparecía en medio de lamentos y asustando a los y las habitantes de San Ángel durante el virreinato y los siglos 19 y 20.
¿Y 21? ¿Alguien ha escuchado estos lamentos en las entrañas de esta estación?
Inspiración para José María Velasco
Barranca del Muerto guardaba también una belleza digna de la admiración y el ojo del paisajista José María Velasco (1840-1912), quien nos regaló las perspectivas del Cerro de Guadalupe, San Ángel, el mismo Valle de México y claro, la temida barranca.
El Batallón de San Patricio
Aquí otra leyenda medio ruda: durante la guerra de intervención de Estados Unidos contra México (1846-1848), los soldados del Batallón de San Patricio fueron a dar al sur de la ciudad.
La leyenda cuenta que los hombres fueron fusilados y arrojados en esta barranca. Aunque lo cierto es que los soldados fueron arrestados por el ejército gringo, fusilados y colgados en la Plaza de San Jacinto.
Su sepultura la hallaron en la iglesia de Tlacopac —la Parroquia Purísima Concepción Tlacopac, seguro la conocen, está en la colonia Campestre, alcaldía Álvaro Obregón. Ahí descansan sus restos.
¿Zapatistas contra carrancistas?
Durante la Revolución mexicana hubo un buen número de batallas por toda la ciudad. En esta zona, se dice que los ejércitos de Venustiano Carranza y Emiliano Zapata se enfrentaron.
De hecho, la barranca siguió como fosa común porque supuestamente ahí eran arrojados los cuerpos de los revolucionarios carrancistas o zapatistas.
La leyenda dice que hay temporadas en que las almas revolucionarias despiertan y salen a asustar a los vecinos, pero lo único certero es esto:
Francisco I. Madero se armó de valor y en 1912 organizó un simulacro de ataque en contra de su gobierno. ¿El objetivo? Estar listo ante cualquier levantamiento armado. De acuerdo con el cronista Alejandro Manjarrez, no hubo registro de otras batallas.
Llegó el siglo XX
A mediados del siglo XX llegó la urbanización a Barranca del Muerto y en la década de los 80 la construcción de la Línea 7 del Metro CDMX cambió por completo el panorama de esta zona. La estación fue inaugurada en 1985.
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**Con información del Metro CDMX y la Secretaría de Cultura.