El más famoso de los artistas urbanos del mundo, Banksy, hará suyo Nueva York durante todo el mes de octubre. El proyecto, anunciado en la página web banksyny.com y en su flamante cuenta de Twitter @banksyny,  llamado “Mejor afuera que adentro” dio inicio el día de ayer y promete ser todo un acontecimiento en el mundo del arte (o en lo que queda de él).

La importancia de su presencia en NY no consiste únicamente en tener más de la genial obra plástica de Banksy, sino en la provocación abierta que el artista ejerce sobre su público y los espacios en que interviene. Ya en su película Salida por la tienda de regalos, Banksy realizaba una dura crítica a la absorción e integración económica y cultural del arte urbano en el mundo del arte “oficial” luego de representar un acontecimiento divergente y disidente durante sus primeros años.

La voraz cultura mainstream que lo engulle todo, desde la academia y el museo hasta el ojo y el cuerpo terminó por absorber el grafitti de manera absurda, vacía y casi definitiva a finales del decenio pasado. ¿Tenían  el grafitti y el arte urbano en general aun algún futuro fuera de los museos, colecciones y libros de historia?

El nombre de su nuevo proyecto no podría ser más adecuado. “Mejor afuera que adentro” ¿mejor afuera del museo y del mercado que dentro de la billetera y las instituciones del arte? A principios del s. XXI aquél nombre hubiera funcionado tan sólo con este significado, pero hoy, en pleno 2013 y después de una euforia colectiva de fans, coleccionistas y teóricos lanzados sobre el arte de Banksy, debe significar algo más. Su arte callejero no es ahora sólo una protesta contra las instituciones del dinero y el museo, sino también contra los efectos que él mimso genera. Todos están locos por Banksy, y él sabe cómo reírse muy bien de eso.

Este es mi acento neoyorquino…normalmente escribo así

Ahora el artista británico está consciente de los efectos de su obra, que van mucho más allá de la reflexión crítica para dirigirse a una violenta institucionalización: sus obras son robadas de las propias paredes, y luego vendidas como pan caliente. Todo coleccionista tiene hoy un Banksy en casa y esto causa ruido: ¿tiene sentido coleccionar arte urbano?, ¿no es la urbanidad el elemento inaprensible de las expresiones de Banksy y justamente el que no puede ser metido en el museo?, ¿tienen sentido algunas de estas reflexiones…?

Esta última pregunta es la más urgente para Banksy, quien, con su característico humor irreverente e irónico, acompañará sus nuevas piezas neoyorquinas con un número telefónico y una extensión. Los espectadores podrán marcar, introducir la extensión propia de cada pieza y escuchar una ficha técnica para la obra al puro estilo museo y con música de elevador de fondo:

“Está usted frente a un Banksy. Se trata de un graffiti, del latín graffito que significa graffiti con o […] los niños que aparecen en la imagen representan la juventud […] aunque la pieza puede ser interpretada con un profundo significado […] en fin, tú tomas la decisión final… por favor tómala, yo no tengo ni idea”

Al llegar a este punto, la voz ofrece una descripción más críptica que cualquier texto posmoderno. Claro está, nada de lo ahí dicho puede ser tomado en serio. Estamos seguro de que Banksy nos hará sacar unas buenas carcajadas durante todo el mes de octubre. Así, el artista escapa a los museos ofreciendo su propia ficha, original e irónica en la propia calle. Claro está, eventualmente las piezas serán puestas en la blanca galería, pero para cuando esto ocurra, nuestro genio tendrá algo nuevo entre manos.

El día de hoy ha ocurrido algo inusitado. El grafitti de los niños, el primero de la futura exposición callejera, fue vandalizado.  Primero, alguien quitó el letrero de “prohibido el graffiti” (seguramente para venderlo) y luego al ser tapado el resto de la imagen con pintura gris, aparentemente en un intento de reparar el “daño” ejercido sobre la pared.

Pintar los graffitis callejeros es una forma de restablecer el orden ante un acto de vandalismo. ¿Pero aplica lo mismo a un graffiti de Banksy?, ¿instituye su autoridad un nuevo orden automáticamente?, y si esto es así, ¿cómo podría seguir poniendo en jaque al mundo del arte alguien que ya ha sido instituido y absorbido como regla de medir, como medida del orden?, ¿son esta preguntas tan posmodernas e insignificantes como los mensajes de Banksy en sus fichas telefónicas?

Tú decide, o no lo hagas, o como sea. Nosotros tampoco tenemos ni idea.

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