Ayer, 31 de octubre, se registró un atentado en Manhattan, Nueva York, que dejó al menos ocho muertos y 12 heridos; entre la víctimas mortales se encuentran cinco ciudadanos argentinos que viajaron a suelo estadounidense para celebrar el 30º aniversario de su graduación de la secundaria. El alcalde Bill de Blasio afirmó en una conferencia de prensa que este incidente había sido un “acto de terror cobarde” perpetrado por un lobo solitario identificado con el nombre de Sayfullo Saipov. Este hombre, a bordo de una camioneta rentada, arrolló a varias personas que circulaban por un carril exclusivo para ciclistas hasta chocar con un autobús escolar. Después descendió del vehículo, portando armas, y tras un intento por escapar, recibió un disparo en el área abdominal.
De acuerdo con los reportes periodísticos, Saipov tiene 29 años y es un inmigrante originario de Uzbekistán. Llegó a Estados Unidos en 2010 tras obtener greencard que le permitía residir legalmente en el país. Primero llegó a Cincinnati y después se mudó a Florida a trabajar. Según las primeras investigaciones, el autor del ataque de Manhattan vivió durante las últimas semanas en Nueva Jersey, donde alquiló la camioneta empleada en el atentado. Un testimonio publicado por The New York Times reveló que Saipov trabajaba como conductor de Uber. Durante sus siete años en suelo estadounidense, este no había mostrado comportamiento agresivo ni tenía antecedentes penales; solamente había recibido dos infracciones de tránsito.
Según la prensa estadounidense, en el vehículo encontraron una nota en la que Saipov juraba lealtad al Estado Islámico. Se presume que al momento del atentado, el agresor gritó “Allahu Akbar (Alá es grande)“. Un activista y bloguero uzbeko, con residencia en Estados Unidos, declaró a la cadena BBC que Saipov, a su llegada, “era una persona normal” que “no tenía muchos conocimientos del Corán”, pero que después se convirtió en una persona “agresiva” y “radical” que tenía problemas con su misma comunidad debido a sus puntos de vista extremistas. Otra persona que conoció a Sayfullo Saipov indicó que al principio “era muy buena persona”, “todo el tiempo estaba contento” y que “no parecía un terrorista”.