Este domingo despertamos con la amarga y triste noticia del ataque registrado en el bar Pulse de Orlando, en el que murieron 50 personas y 53 más resultaron heridas, lo que no sólo le convierte en el tiroteo con mayor número de fatalidades en la historia de Estados Unidos, sino también en el peor ataque registrado contra la comunidad LGBTTTI y que de alguna forma, nos muestra la actual discriminación en la que vivimos.
A pesar de que en la última década la comunidad LGBTTTI ha logrado en diferentes países obtener el reconocimiento y políticas públicas que protegen y garantizan sus derechos; la ignorancia, la falta de empatía y los viejos prejuicios presentes en la sociedad, los siguen haciendo un grupo sensible ante la discriminados y violencia tanto física como psicológica. Una condición que a decir verdad, es totalmente repudiable para el siglo XXI.
Y a decir verdad no es un problema nuevo, la discriminación es una característica antiquísima en la historia de la humanidad. A lo largo de los años poco a poco esta minoría ha estado levantando su voz, exigiendo derechos y logrando una igualdad que hasta hoy en día falta por detallar, y que actos como el que aconteció esta madrugada nos da a entender que tenemos un gran camino por recorrer pero que tampoco se puede dar marcha atrás.
Tener fecha exacta del primer atentado a la comunidad LGBTTTI debe resultar bastante difícil, pero algo que no cabe duda es que han sido muchos y a lo largo de todo el mundo. Tan sólo en América, informes de violencia contra personas LGBTTTI arrojaron que durante 15 meses, cerca de 770 personas de la comunidad fueron agredidas, y en algunos casos al grado de cobrar con su vida y mostrando un aumento en el nivel de crueldad.
Resulta interesante -o igual un poco espeluznante- que en 1973 en Nueva Orleans hubo un atentado donde 32 personas murieron tras un incendio provocado en un bar gay, en ese entonces la sociedad actúo de una forma desagradable, donde se hacían hasta chistes con el hecho y otros más lo celebraban, de hecho hasta familiares de las víctimas decidieron no reclamar los cuerpos y algunos fueron enterrados en una fosa común. Esta falta de empatía, es la raíz que pareciera seguir de pie hoy en día, obviamente a una escala mucho menor pero que de una u otra forma tristemente sigue vigente.
En México, no es la excepción. El pasado 22 de mayo, es decir, hace menos de 3 semanas, una masacre registrada en el bar Madame, ubicado en la capital de Veracruz, dejó un saldo de 4 muertos y 12 heridos. El incidente ocurrió 96 horas después de que el Presidente Enrique Peña Nieto, presentara la iniciativa para reconocer el matrimonio igualitario en todo el país. La comunidad LGBTTTI en México salió a las calles y protestó ante el acontecimiento.
Del otro lado del mundo, en Tel Aviv, en el 2009 un centro comunitario de la Asociación LGBTTTI Israelí, fue blanco de un atentado en el que dos personas murieron y otros diez fueron heridos, durante su encuentro semanal en el Bar-Noar en el que se ofrecía apoyo y escuchaba a los jóvenes gays y lesbianas de dicho país.
A pesar de lo triste del hecho sirvió como un fuerte símbolo para impulsar esfuerzos contra la homofobia.
También hemos visto que en otros países existe una fuerte discriminación a la comunidad LGBTTTI que hasta es visto como algo normal; como en Alemania, donde hasta vemos videos en Youtube de cómo la gente agrede a las parejas homosexuales a plena luz del día y en la calle pública, sin mesura y respeto.
Aquí en México la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recibió informes que durante el periodo de enero de 2013 y marzo de 2014 hubo un total de 42 homicidios contra la comunidad LGBTTTI. Así como la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH) de la organización de la sociedad civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana A.C. dijo que entre 1995 y 2014 se registraron mil 218 homicidios motivados por el prejuicio contra personas por su orientación sexual.
Y la lista de atentados o datos de víctimas podría continuar, pero nuestra intención es la de crear conciencia. Es triste de verdad recibir noticias como con la que amanecimos, pensar que las víctimas de hoy tan sólo querían reunirse para divertirse y su vida fue privada por las creencias extremistas -creencias que transforman a las personas en egoístas y poco empaticas-, es verdaderamente triste y desalentador. Es momento de que socialmente vayamos cambiando los prejuicios y entendamos que se podría solucionar simplemente respetando a las personas, respetar sus gustos, decisiones, orientaciones, etc. si no nos afectan directamente no encontramos razón para opornese a ellos.