Michael Flynn, quien fuera señalado como uno de los hombres de “total confianza” de Trump, tuvo que salir por la puerta de atrás, luego del escándalo generado a raíz de conversaciones que sostuvo con el Kremlin.

Lo grave del asunto es que el contenido de esas conversaciones no fueron informadas en su momento: al hablar de ellas, se contradecía al respecto de los temas abordados. Más grave aún, Flynn habría entrado en contacto con los altos mandos rusos cuando todavía ni siquiera era de su competencia hacerlo. Desde épocas de Obama (cuando no tenía ningún cargo en el gobierno), Flynn sostuvo comunicación con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislak. Este acto es ilegal, ya que es delito federal que un ciudadano negocie relaciones exteriores con un poder extranjero.

Fue este fin de semana cuando la polémica estalló: medios locales informaron que la inteligencia norteamericana contaba con evidencia de los acercamientos que Flynn tuvo con el embajador ruso. El tema tratado en estas conversaciones fue las sanciones que el entonces mandatario, Barack Obama, impuso a Rusia a raíz de su supuesta intervención en las elecciones presidenciales. Flynn desmintió los señalamientos, asegurando que nunca había tocado ese tema… pero ahora que se sabe de la evidencia, Flynn tuvo que ofrecer disculpas al vicepresidente Mike Pence y  al equipo de la Casa Blanca.

Flynn dejó que Pence negara públicamente  los informes de inteligencia, quitándole responsabilidad. Sin embargo, después tuvo que hacer que su portavoz señalara que no estaba completamente seguro de no haber tratado el tema de las sanciones en las conversaciones sostenidas con Kislak.

Las filtraciones siguen siendo el sello de la casa (Blanca)

Durante el primer mes de gobierno de Trump, las filtraciones en la Casa Blanca han sido una constante. Y no sólo en comunicaciones con funcionarios de otros países (México y Australia, por ejemplo). De acuerdo con The New York Times, los miembros del Consejo de Seguridad Nacional están algo nerviosos por la dinámica que sigue la nueva administración estadounidense. Por esta razón contemplan medidas para proteger sus comunicaciones con sus colegas, ante la sospecha de ser interceptadas y monitoreadas por los asesores de Trump.

Además de las filtraciones, otro punto que los tiene intranquilos es la forma de trabajar: “Tres semanas desde el inicio del gobierno Trump, integrantes del consejo se despiertan en la mañana, leen los mensajes de Twitter del presidente Trump, y luchan para armar políticas en torno de ellos”… y con lo hiperactivo y contradictorio que es en las redes sociales. Imagínense esa chamba.

Un claro ejemplo es la forma en que trató el tema Flynn. Aunque no tuiteó nada al respecto, hizo que la consejera de la Casa Blanca, Kellyanne Conway, saliera a declarar que el asesor en Seguridad Nacional era de su “plena confianza”… Una hora después, se corrigió esa afirmación y se señaló que Trump estaba “evaluando la situación”.

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