Si hay algo que nos sorprende de las culturas prehispánicas es la capacidad que poseían para medir el tiempo y el espacio. Además, la manera de representar sus creencias por medio de códices y pinturas, que afortunadamente los científicos han podido descubrir y así ayudarnos a conocer un poco más sobre el pasado de nuestro país.
Eso lo demuestra un nuevo descubrimiento arqueológico en el sitio de Nahualac, ubicado en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, en el municipio de Amecameca, Estado de México. Se trata de un tetzacualco (adoratorio), situado en medio de un estanque natural y que por el reflejo del agua, crea la ilusión óptica de que este santuario está emanando de él.
Por ello se cree que este descubrimiento es la representación de un modelo miniatura del universo, basado en el mito de Cipactli, el primer ser marino primitivo, mitad cocodrilo y mitad pez, que fue asesinado por Quetzalcóatl para la creación del cielo y la tierra según la mitología azteca.
La arqueóloga Iris del Rocío Hernández Bautista, de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que Nahualac consta de dos áreas. La primera y principal es este estanque estacional en el que se construyó el templo rectangular conocido como tetzacualco. La segunda área se localiza a 150 metros al sureste del estanque sobre un amplio valle donde brotan manantiales. Ahí se han hallado piezas cerámicas y otras ornamentas asociadas a Tláloc, dios de la lluvia.
Este descubrimiento fue posible gracias a que en el 2015 se denunció la destrucción del sitio, por lo que se creó el Proyecto Arqueológico Nahualac. Un año después, un equipo de arqueólogos comenzaron a trabajar en la zona y gracias a ellos se han recuperado numerosos fragmentos cerámicos, materiales líticos, lapidarios y restos orgánicos, los cuales serán estudiados por doctores del INAH para conocer más sobre la historia de este lugar.