La jornada 17 en la Primera División Argentina era decisiva para Racing, quien buscaba convertirse en el primer lugar de la tabla general para competirle de tú a tú a River de cara al título 2014 y esto llegó, al parecer, con una ayuda muy especial.
Durante el encuentro que se llevaron los de Avellaneda por la mínima, las cámaras de la transmisión captaron algo que parece inexplicable, pero que de acuerdo a muchos rumores tiene un razón de ser: un fantasma, el fantasma de Natalio Perinetti.
El Cilindro ha sabido albergar desde los grandes momentos de la Academia, así como los malos tragos que los han tenido por años sin ganar un título argentino, los cuales dicen son gracias a una maldición que los persigue.
Existe el mito de que en el terreno de juego y sus alrededores se han encontrado gatos, sapos y hasta restos óseos enterrados, lo cual es tomado por el club como una especie de brujería y que los llevó hace unos años a “exorcizar” el estadio.
Pero parece que este fin la ayuda divina llegó y a falta de dos jornadas, ya parten como favoritos al título. Dependen de ellos mismos. Todo gracias al fantasma de Perinetti.
¿Quién es Natalio Perinetti?
La figura que se observa corriendo de lado a lado sería la de este exjugador de Racing, quien con apenas 17 años ganó un título con el equipo y se convirtió en un referente durante muchos años.
Con Perinetti, Racing obtuvo 12 títulos (1917, 1918, 1919, 1921, 1925), Copa de Honor Municipalidad de Buenos Aires, Copa Carlos Ibarguren, Copa Rioplatense Ricardo Aldao, Copa de Honor Beccar Varela y Copa Competencia . El “fantasma” jugó el Mundial de Uruguay en 1930 y fue subcampeón con Argentina.
Saltar al campo sin pensar en que había una gran posibilidad de dormir como líderes del torneo era imperante, aunque muchos parecen no superar los tragos amargos y piensan aún en las tardes fatídicas donde nada les salía.
Pero en los primeros minutos del encuentro todo cambió, en medio de una serie de rebotes en el área de River, Natalio luchó por sobre todas las cosas para conseguir ese gol, que al final Ramiro Funes Mori incrustó en su propio marco.
Ahí estaba el porteño, dándole su toque mágico al balón para que terminara en las redes y así Racing diera un paso más rumbo al título.