¿Últimamente has estado triste pero crees que es por la llegada del invierno? ¿Cada día sientes más estrés pero lo atribuyes a la chamba? Para tu sorpresa, quizá el culpable del estado anímico en el que te encuentras podría ser nada más ni nada menos que ¿¡WhatsApp!?
¿Qué tiene que ver esta popular aplicación de mensajería con sentirnos decaídos y apachurrados?
Según un estudio realizado por la Universidad de Kent State de Ohio, que fue publicado en la revista Computers in Human Behavior, el uso constante de este tipo de chats en los smartphones y tablets puede traer consigo bajos niveles de satisfacción y ansiedad.
Para esta investigación, los expertos de esa universidad monitorearon la actividad diaria que tenían 500 estudiantes con sus smartphones, sobre todo en aplicaciones como Twitter y WhatsApp. Esos datos fueron comparados con los niveles de satisfacción y ansiedad que estos individuos sentían, y con las notas académicas que habían obtenido tanto en cursos pasados como en el actual.
Con estos datos se dieron cuenta que el uso constante de un teléfono inteligente y de sus servicios de mensajería influyen de forma negativa en los estudiantes. La constante fue la siguiente: Quienes usaban estas aplicaciones con más frecuencia tenían más ansiedad, poca satisfacción y notas más bajas, a diferencia de quienes usaban menos su celular.
¡Quihubo! Ahora sí que WhatSad.
En una nota del año pasado ya les habíamos hablado de la nomofobia, que es la dependencia que las personas desarrollan hacia su teléfono celular, al grado de tener que revisar constantemente sus notificaciones, sentirse infelices cuando salen sin celular a la calle, y convertir este aparatito en el centro de sus vidas.
De hecho el mismo estudio de la Universidad de Kent State encontró que la dependencia a los servicios de mensajería de los teléfonos móviles, y nuestra necesidad de estar siempre conectados, aumenta el miedo de sentirnos excluidos, haciendo que nuestra felicidad se reduzca considerablemente.
Si tú eres adicto a tu smartphone, pasas horas y horas mandando mensajitos por WhatsApp, siempre estás de malas y ya tronaste varias materias, ya sabes qué es lo que te está pasando (es eso o… estás enamorado, lo cual sería aun peor).
Claro, cuida que tus papás no lean esta nota, no te vayan a cambiar tu teléfono inteligente por “el de la viborita”.
Para terminarla de amolar, las universidades de Barkley y de Lepp realizaron un estudio conjunto a principios de año, en el que identificaron una preocupante relación entre los usuarios constantes de teléfono celular y la disminución de su capacidad cardiorrespiratoria.
Como podemos darnos cuenta, no todo es risa y diversión cuando usamos un smartphone y enviamos mensajes de WhatsApp a todas horas. Maldita sea, sabía que algo andaba mal con mi estilo de vida…