Aunque las imágenes son más que reveladoras y está casi cantada la destitución del embajador de México en Argentina, Óscar Ricardo Valero Recio, AMLO pide que la gente se aguante hasta que el caso sea investigado… y, sobre todo, tratar de evitar el inevitable linchamiento público.

“¿Cómo ve que al pin$%&e embajador no le amarraron las manitas de chiquito?” le cuestionaron a AMLO durante su conferencia mañanera… bueno, no así de forma tan ñera, pero sí le pidieron que diera su opinión al respecto al robo de libro cometido por el diplomático.

Foto: Captura de pantalla

AMLO se limitó a señalar que el caso ya es investigado y analizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, para ver qué procede… y, en lo que eso pasa, “que no haya linchamientos públicos, políticos, por eso doy los antecedentes”.

¿Cuáles antecedentes? Ah, pues los del vilipendiado Valero Recio, quien –según el presidente– “es un diplomático de carrera, un hombre con mucha cultura, fue en los mejores tiempos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, subsecretario (…) fue legislador, coordinador del grupo parlamentario del PRD”.

Foto: @EmbaMexAr

(Cof, y bien uña, cof) Además de lo anterior, AMLO señaló que el todavía embajador es parte del grupo cercano a Porfirio Muñoz Ledo. En fin, pese a que ahora cayó (él solito) en desgracia, “es un internacionalista de primer orden”.

Sin desmentir las acusaciones contra el embajador de México en Argentina (pos no hay manera, ahí está clarito el video), AMLO recordó al respetable que todos somos susceptibles de cometer errores y, claro, tratar de dimensionar la chakalez del funcionario.

Hasta AMLO ha tenido sus broncas…

Pa’ que vean que todos cometemos errores, AMLO recordó que hace años también lo cacharon intentando chakalearse un libro. Bueno, aunque según el relato del presidente, esto fue de manera no intencional.

“En el año 2000, cuando ya era jefe de Gobierno electo de la Ciudad de México, fui a una librería Gandhi porque había quedado de verme ahí con una persona. Mientras esperaba un señor se me acercó y me regaló un libro, lo tomé, al final no llegó el invitado con el que me iba a entrevistar y me salí con el libro en la mano, me detuvieron, me pidieron la nota, les dije que me lo acababan de regalar y me dijeron que no podía llevármelo sin comprobar el pago y ya lo regresé”.

A diferencia del embajador (que parece que ya tiene perdida la chamba), AMLO terminó con una disculpa y hasta con 10 tomos de la Historia de la Ciudad de México de regalo.

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