¿Apostamos a que son de las personas que prefieren guardar su billete del ajolotito, antes de soltar los 50 pesos para… digamos, el estacionamiento? Si suelen hacerlo, están en el lugar correcto para conocer al ajolote arroyero y la lucha por su preservación en el Edomex.
El ajolote arroyero no es tan famoso como el de Xochimilco —mejor conocido como ajolote mexicano—, pero sí es súper importante para el ecosistema del Estado de México.
Y si son fans de los billetes del ajolotito, quédense a leer estas líneas para conocer a otra especie de la familia Ambystomatidae y saber qué podemos hacer para protegerla ante el riesgo de extinción.
Con ustedes: el ajolote arroyero
Para conocer al ajolote arroyero y la lucha por su preservación en el Estado de México, en Sopitas.com conversamos con Diego Chaparro Herrera, biólogo egresado de la FES Iztacala —de la UNAM— y que echó a andar, junto con otro grupo de especialistas, una iniciativa de ley para proteger al Ambystoma Altamirani.
El Ambystoma Altamirani o ajolote arroyero es una de las 33 especies de la familia Ambystomatidae —de la que hay un sólo género, el Ambystoma.
De este grupo, 18 están distribuidas en todo México y 17 son endémicas. Es decir, que son propias de una determinada zona de nuestro país.
Lamentablemente, la bronca con la familia Ambystomatidae es que o está en peligro de extinción o amenazada —al menos 11 están bajo protección especial, 3 amenazadas, entre ellas el ajolote arroyero, y una en peligro de extinción, que es el ajolotito de Xochimilco.
(Todo esto de acuerdo a las categorías de riesgo de la NOM 059 SEMARNAT-2010. Si quieren checar qué otras especies están en la lista, por acá les dejamos el enlace).
Axolotl
Recién en 2020 el Banco de México anunció que pondría en circulación un billete de 50 pesos con la imagen del Ambystoma Mexicanum —el ajolote mexicano—, en medio de una especie de boom que surgió en torno al ajolotito.
Aunque no estamos muy seguros de si en realidad todo mundo sabe bien bien qué es el ajolote y por qué desde las civilizaciones prehispánicas ha llamado la atención.
Para empezar, el ajolote no es un pez y casi casi podemos decir que sus primas son las ranas o las salamandras porque es un anfibio.
Un anfibio que ha formado parte de la diversidad de nuestra cultura y cuyo nombre proviene del náhuatl axolotl — “a/atl” se refiere agua y “xolotl”, monstruo. Lo que quiere decir que el significado de esta palabra es monstruo de agua.
¿Cómo fue que el ajolotito se ganó este nombre? Va de nuevo: sus raíces están unidas a los mitos de la época prehispánica, que relatan que cuando los dioses se reunieron en Teotihuacán para crear el universo o el Quinto Sol —ofreciendo a cambio sus vidas—; el gemelo de Quetzalcóatl no quiso cooperar.
Se trató de Xólotl —dios del Ocaso—, quien al igual que otros dioses debía arrojarse al fuego, pero a la mera hora terminó huyendo y siendo perseguido por el dios del Viento Ehécatl.
Para salirse con la suya y que Ehécatl no lo encontrara, Xólotl se convirtió en maíz, maguey y un perro hasta que decidió sumergirse en lo más profundo de los ríos en forma de ajolote o axolote.
De Dios a una especie amenazada
Más allá de este mito, el ajolote continuó dominando los ríos y riachuelos de México hasta que con el paso de los siglos esta especie comenzó a ser amenazada por nuestras mismas actividades.
Lo que parecía ser una convivencia equilibrada entre personas y ajolotes —pues en la vieja época era usual verlos en los cuerpos de agua que se formaban en la mismísima CDMX cuando llovía— terminó por reducir los espacios de esta especie.
A tal grado que el ajolote mexicano —el de Xochimilco— es considerado como una especie en peligro de extinción. Y el ajolote arroyero es considerado como una especie amenazada. ¿Por qué?
“El principal problema que tienen es que están disminuyendo los sistemas acuáticos”, nos comentó Diego Chaparro Herrera en una charla por Zoom, desde su laboratorio en la FES Iztacala.
Chaparro Herrera explicó cómo distintas actividades humanas le dan en la torre al entorno del ajolote arroyero, en zonas como Villa del Carbón, Tepozotlán, Nicolás Romero o Jilotzingo.
O en casos más graves, ha llegado a desaparecer como ha sucedido en Cuajimalpa en CDMX.
Se trata de “la tala incontrolable de árboles, al no haber árboles empezamos a ver poca agua y luego el agua que hay se la están robando”.
El biólogo de la UNAM —especializado en Ecología Acuática, Ecología Alimentaria y Reintroducción de Especies en peligro de extinción— también mencionó que el agua en estas zonas mexiquenses es usada para abastecer a la CDMX.
Y toda esta combinación de trabajos, explotación de los recursos y contaminación de los ríos, al final reduce los sistemas de agua que necesita el ajolote arroyero, junto con el oxígeno suficiente, para vivir.
La iniciativa para preservar a los ajolotes y su entorno en Edomex
Esta es una de las partes de la historia que más les queremos contar y esperamos que resuene porque un grupo de estudiantes, egresados e investigadores, investigadoras de la UNAM ha impulsado una iniciativa de ley para preservar al ajolote arroyero en el Estado de México.
Se trata de la Ley Especial para la Preservación del Ajolote y su Entorno en el Estado de México.
Una ley para no sólo preservar al ajolote, sino también el hábitat en el que se desarrolla, “con un enfoque socialmente inclusivo y con perspectiva socio-ambiental”.
Algo histórico y único el Estado de México, donde no existe una ley de este tipo. “La finalidad e esto es salvar al ajolote, pero salvar también al ecosistema”, explicó Diego Chaparro.
Este grupo de especialistas llevó la iniciativa al Congreso de Edomex. “No nos voltearon a ver muchos… solo una diputada de una zona totalmente alejada del área fue la que nos respondió”, contó el investigador de la UNAM.
Viridiana Fuentes, diputada del PRD por Tultepec, fue quien le echó un ojo a esta iniciativa.
Y junto con el equipo de Diego Chaparro, Fuentes armó el diseño de la iniciativa en cuanto a lo legal, mientras los/las especialistas se encargaban de explicar la importancia de un proyecto de Ley como este.
Para Chaparro es fácil: se trata de que esta ley funcione como una bandera o una sombrilla.
“Que llame la atención y jale recursos para el ajolote arroyero y todo lo que está a su alrededor, como ha pasado con la vaquita marina o que el ajolote funcione como un paraguas y que a su sombra todas las especies de mamíferos, plantas u otros anfibios estén protegidos a la par”.
Una ley ambiental con perspectiva social
Para lograrlo, Diego Chaparro nos explicó que esta iniciativa no es impositiva. Es decir, busca llegar a los habitantes de las zonas donde vive el ajolote arroyero para que los esfuerzos sean de todos.
“Tener una sinergía con los pobladores, con los recursos naturales y con el mismo ajolote que puede ayudar para generar trabajo”.
Esta iniciativa ya está puesta sobre la mesa en el Congreso del Estado de México, pero el especialista de la FES Iztacala nos contó que buscan llegar al Congreso de CDMX.
(Que dicen por ahí, llegar al Congreso chilango funciona como una plataforma para que las leyes que son aprobadas y sean llevadas al Congreso de la Unión y alcancen una aprobación a nivel nacional).
Repoblación de Edomex a CDMX
El equipo de Diego Chaparro también trabaja en la repoblación de los ajolotes. Por ejemplo, ahora están en la traslocación de algunos ejemplares arroyeros de Nicolás Romero y Villa del Carbón a Cuajimalpa, en el Desierto de los Leones.
Todo este esfuerzo, mencionó Chaparro, está inspirado en 2 trabajos de egresados de la UNAM: Citlalli Vargas y Daniel Camacho —quienes por buena fortuna crecieron en el Edomex, en Tepozotlán y Nicolás Romero, respectivamente.
Y “desde pequeños han estado relacionados con este problema y es ahí donde enfocan sus conocimientos”.
La diferencia entre el arroyero y el mexicano
Además de esa especie de expresión de sonrisa en su rostro, los ajolotes se han ganado la admiración de México y del mundo por sus cualidades.
Es decir, por su capacidad para regenerar de manera total sus extremidades, tras un ataque —y que ha llevado a su estudio para trabajar en proyectos de terapias contra el cáncer o la regeneración de tejidos.
Las similitudes entre especies van desde sus patas con cuatro dedos en los miembros delanteros y cinco en los de atrás, el color de su piel que va desde los tonos café, gris con negro, verdoso, rosados o blancos —conocidos como albinos.
Y sus famosas branquias externas y pulmones que les permiten vivir entre los ambientes terrestre y acuático.
Aquí nos detenemos sólo para platicarles de una diferencia entre el ajolote arroyero y el de Xochimilco.
“El Ambystoma Altamirani tiene unas diferencias muy marcadas con el ajolote de Xochimilco, principalmente por el hábitat, se categorizan por los sistemas acuáticos en 2 vertientes: los lóticos y lénticos”.
Diego Chaparro enfatizó que los lóticos son aquellos que están corriendo constantemente, como ríos, arroyos o riachuelos y los lénticos, que son sistemas similares al de Xochimilco, donde el agua está estancada y no hay una fluctuación constante.
Aunque pese a la diferencia de sus hábitats, estas dos especies o están en peligro de extinción o son amenazadas.
¿Cómo ayudar al ajolote arroyero?
“Cuiden el agua porque curiosamente esta agua que viene de Nicolás Romero, Villa del Carbón, Tepoztlán es la que está consumiendo CDMX en presa Madín, llega el agua y es distribuida”.
Este es el mensaje de Diego Chaparro Herrera para concluir esta charla sobre la lucha por la preservación del ajolote arroyero.
Cuyo hábitat es asediado por la tala indiscriminada de árboles, la contaminación de los ríos, el robo y consumo desmedido del agua de estos ríos y hasta los efectos del cambio climático.
“Parece que toda la vida están sonriendo y que nosotros los lastimamos de esta forma”.
Así que para revertir los daños y preservar al ajolote y su ecosistema, un primer paso que podemos dar es conocer un poco más de las iniciativas que están en las puertas de los congresos del Estado de México y CDMX e impulsarlas, hablar de ellas, compartirlas.
Incluso hacerlas llegar a las candidatas a la gubernatura del Estado de México en estas elecciones de 2023 porque los “ajolotes también son mexiquenses y merecen ser cuidados”.