El asesinato de Aideé Mendoza conmocionó al país entero. La joven, de 18 años, murió mientras tomaba clases de matemáticas en un salón del CCH-Oriente. Recibió un impacto de bala en el tórax. Esa misma noche de abril, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la CDMX informó que ya estaban iniciando las investigaciones para saber qué había pasado y poder detener a los responsables de la muerte de una alumna dedicada. Ocho meses después obtuvimos una (pequeña) respuesta.
Las autoridades confirmaron que sí, efectivamente el disparó salió dentro del plantel educativo… y que detuvieron a una persona pero no lo pueden ligar con el homicidio.
Si recuerdan el caso, tal vez estuvieron enterados de que la PGJ filtró diferentes versiones durante las investigaciones originales. Dijeron que tal vez había sido apuñalada, que había sido un disparo perdido salido de los terrenos cercanos y hasta manejaron la hipótesis de una pluma-bala escondida dentro del plantel educativo. Al final, no fue ninguna de esas.
Este martes, 10 de diciembre, la Procuraduría presentó los resultados de los dictámenes de balística y se confirmó que el disparo salió del interior del CCH-Oriente.
La titular de la dependencia (que será la próxima fiscal), Ernestina Godoy, informó que la bala que mató a Aideé se originó en una pistola Glock 9 milímetros que fue robada a un policía preventivo. El arma se activó dentro de una mochila por lo que se disminuyó el ruido y nadie pudo encontrar el casquillo.
Las autoridades detuvieron a un hombre en posesión de la pistola.
“Tenemos a alguien detenido, porque fue acusado de robo de una pistola 9 milímetros que es justo la bala que mató a Aideé, lo detuvimos, cateamos su casa y no pudimos vincularlo con el homicidio. Está detenido por ese robo de esa arma”, señaló Ernestina Godoy esta semana en una conferencia de prensa retomada por Proceso. “Yo quería salir diciendo: ‘ya detuvimos a alguien'”.
El detenido, presuntamente, es un conocido dealer dentro del CCH-Oriente.
A pesar de los avances en el caso presentados esta semana, una cosa sigue siendo realidad: a ocho meses de su muerte, el asesinato de Aideé Mendoza, al interior de un salón mientras tomaba clases de matemáticas, sigue sin esclarecerse.