Como ya varios saben, primero se le había registrado a Blanco Romasanta como Manuela en 1809, y ya nueve años después, en el registro parroquial le pusieron Manuel. Es que cuando nació, sus padres no tuvieron muy claro el sexo de Romasanta y pensaron que lo que tenía era un micropene, en lugar de un clítoris más desarrollado.

Fernando Serrulla, responsable de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, habla de “pseudohermafroditismo femenino, una forma de estado intersexual que viaja en los genes de padres a hijos, aunque ‘solo se manifiesta en uno de cada 10.000 o 15.000 nacidos vivos'”

Serrulla confirma lo que hace 3 años, el antropólogo Xosé Ramón Mariño Ferro ya había sugerido, que el licántropo asesino serial, Manuel Blanco Romasanta era mujer. Aunque para estar seguros tienen que hacer pruebas genéticas. Lo malo es que después de haber muerto de cáncer de estómago en la cárcel de Ceuta, su cuerpo fue a dar a una fosa común, por lo que es imposible hallar sus restos, según los mayores investigadores del criminal, los abogados Cástor y Félix Castro.

Manuel(a) aunque se casó con una mujer, quedó viudo(a) al siguiente año y no tuvo hijos. Entonces las pruebas genéticas deberán proponerlas a tataranietos descendientes de los hermanos.

Después de haber quedado viudo, Manuel enamoró a muchas mujeres, con una canción a la que sólo le fue cambiando el nombre de la enamorada. Les prometía una vida mejor y un empleo en Santander y en el camino las mataba junto con sus hijos. Por 9 de ellas, se le condenó a muerte, aunque se le atribuye un total de 17 víctimas.

Blanco Romasanta era Manuela, tenía sexo de mujer, pero segregaba muchísimas hormonas masculinas, y sufrió un proceso de virilización. Dice Serrulla que “estas personas, debido a los andrógenos, pueden presentar episodios de fuerte agresividad”, lo que puede explicar su papel de criminal.

En 1991, un exjefe de policía de Galicia, Luis García Mañá, dibujó para la publicación de un libro, el rostro del sacaúntos -que le llamaban también así porque decían que vendía la grasa que sacaba de sus víctimas al cocerlas-, pero Serrulla presenta un nuevo rostro basado en descripciones antropométricas y reconocido por cinco facultativos.

Romasanta aseguraba que sufría de un maleficio y que devoraba a sus víctimas junto con otros dos lobos. Esto fue lo que lo salvó de la ejecución de la sentencia, pues un hipnólogo francés que se presentó como doctor Philips, convenció a la reina de que Manuel sufría transtorno mental llamado licantropía.

¡Ah, verdad!

 

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