En una carnicería y de dos balazos, murió asesinada ayer Griselda Blanco en el barrio de Belén, en Medellín, Colombia.
Tenía 69 años de edad y según el gobierno colombiano era responsable de 250 homicidios en Colombia: mató a sus dos esposos por líos con el narcotráfico; de sus cuatro hijos, dos fueron asesinados, otro está preso en Estados Unidos y el último, el menor, llamado Michael Corleone, está enfermo.
La Reina de la Coca era fan de el Padrino, sí.
Entre la década de los setenta y ochenta logró una fortuna traficando cocaina de Colombia a Estados Unidos, donde cumplió casi 30 años de cárcel por inaugurar la ruta del narcotráfico Colombia-Florida, la misma que años más tarde heredó el Cartel de Medellín de Pablo Escobar.
Según su perfil criminal elaborado por la DEA, a los once años de edad:
“Griselda junto a un grupo de niños pordioseros y secuestraron a un niño de diez años. El niño fue transportado a un barrio pobre en las colinas, donde ella y sus secuaces lo tuvieron como rehén. La familia no reaccionó a tiempo. Griselda puso el arma en la cabeza del niño y apretó el gatillo y se convirtió en el primero de una larga lista”.
“La venganza es un plato que se sirve frío”, solía decir la Reina de la Coca cuando se refería a sus enemigos muertos.
La Reina murió ayer mientras compraba la carne.