Por Ricardo Quintana Vallejo

El ambiente de caos y frustración que inició el 20 de enero con la llegada de la nueva administración a la Casa Blanca, y las subsecuentes acciones ejecutivas, han creado ansiedad en muchos grupos minoritarios. Muchos mexicanos ya sentimos miedo del prospecto de un viaje a Estados Unidos debido a las noticias de revisión de celulares y laptops. Muchos residentes permanentes y visados de otras partes del mundo ya han sentido las consecuencias de las primeras semanas de xenofobia estructural. Pero, por otro lado, la gente se empieza a organizar para que sus ciudades obtengan el estatus de ciudad santuario y así proteger a los migrantes indocumentados.

En este ambiente turbulento, la solidaridad entre grupos se ha dejado notar, por ejemplo, en la foto de un niño judío y una niña musulmana que participaron en una protesta con sus respectivos padres. Las protestas en los aeropuertos retumbaban con el canto de ¡déjenlos entrar! [let them in!].

En este ambiente de ansiedad—y formación (y fortalecimiento) de coaliciones entre grupos—hemos esperado una acción ejecutiva que afecte los derechos de la comunidad LGBTQ+, pero ¿por qué no ha llegado?

(Foto de Drew Angerer/Getty Images)

Y, si llega, ¿qué efecto podría tener?

Sabemos que es poco probable que se dé marcha atrás al matrimonio igualitario… por ahora. Todos los estados tuvieron que implementarlo por un fallo de la Suprema Corte de Justicia en junio de 2015. La decisión de 5 contra 4 jueces se tomó antes de la muerte del conservador Antonin Scalia el 13 de febrero de 2016. La corte ha tenido 8 jueces desde entonces. Aunque el posible candidato de Trump, Neil Gorsuch, sea conservador, su posible voto en contra del matrimonio igualitario no cambiaría el resultado de 5 contra 4, pues sería igual al voto de Scalia. Esto sólo podría cambiar si alguno de los jueces que votaron a favor del matrimonio igualitario dejara un espacio libre antes de 2020 y Trump pudiera entonces nominar a otro juez conservador.

Entonces, lo que se teme es una ley similar a la que el Vicepresidente (entonces gobernador) Mike Pence firmó en su estado nativo de Indiana en marzo de 2015. La “Ley de Restauración de la Libertad Religiosa” [Religious Freedom Restoration Act] permitió que cualquier negocio o persona pudiera discriminar en contra de miembros de la comunidad LGBTQ+ si la discriminación estaba fundamentada en creencias religiosas. Hubo legisladores en Indiana que se vieron en la penosa posición de admitir que tendrían que permitir letreros de “no gays”, letreros que asemejarían los que existieron antes de las marchas por los derechos civiles, que discriminaban por raza o nacionalidad.

Entonces, ¿por qué no ha sucedido?

La Casa Blanca ha dicho que Trump “tiene la determinación de proteger los derechos de todos los estadounidenses, incluyendo la comunidad LGBTQ” [Trump is determined to protect the rights of all Americans, including the LGBTQ community]. Además, se ha sugerido que su hija Ivanka Trump ha trabajado en contra de esta posible acción.

Pero el hecho es que una acción ejecutiva anti-LGBTQ+ podría fomentar coaliciones más fuertes entre grupos de mucho privilegio social y económico y los grupos que actualmente se encuentran afectados. Una acción así podría causar un descontento alarmante para la administración. En lugar, parece que Trump erosionará los derechos LGBTQ+ poco a poco, con la nominación de un juez conservador que ya ha fallado a favor de la llamada “libertad religiosa,” con la limitación de acceso a la salud pública para personas trans, consecuencia del despedazamiento del Affordable Care Act, con mayor libertad a estados y corporaciones para determinar sus políticas discriminatiorias, con menos leyes federales que protejan la dignidad de niños trans en las escuelas.

En la imaginación de Trump, los miembros de la comunidad LGBTQ+ tendrían que ser algunos de sus principales promotores, como nos muestra su tuit en respuesta a la masacre de Pulse en Orlando Florida (donde Omar Mateen, ciudadano estadounidense con simpatía por el Estado Islámico de Irak y el Levante mató a 49 personas en junio de 2016):

Su tuit no pensó en las víctimas o en la comunidad. En lugar, quiso que el miedo se apoderara de los que sobrevivieron. Trump quiso que el miedo separara a las minorías, para que más personas del grupo minoritario que—en cierta medida—lo ha apoyado (como en el caso de los Log Cabin Republicans) se unieran a él y adoptaran su xenofobia.

Pero las coaliciones se siguen formando y la solidaridad es cada vez más notoria. Puede que la acción ejecutiva anti-LGBTQ+ no haya llegado aún, pero sólo han pasado dos semanas desde el 20 de enero y falta mucho por recorrer.

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Ricardo Quintana Vallejo es crítico cultural y traductor. Actualmente estudia el doctorado en literatura comparada de la Universidad de Purdue.

Twitter: @quintanavallejo

Sobre Alocado y dislocado: Nuestras identidades (condición socioeconómica, género, sexualidad, nacionalidad, raza), tanto individuales como colectivas, están en constante cambio. Los mexicanos somos versátiles; replanteamos el valor de nuestra historia, cultura y literatura constantemente. Nuestras identidades nos dan mucho de qué hablar. En Alocado y Dislocado ofrezco el análisis de temas actuales y de nuestros símbolos, de nuestras posibilidades identitarias en este momento, desde la dis-locada perspectiva de un mexicano queer en el Midwest estadounidense.

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