Conozcan la valiente historia de Keri Wilk, un fotógrafo canadiense que tuvo el mejor y el peor día de su vida en un mismo día.
Todo comenzó cuando en una de sus sesiones en el mar, encontró a una poderosa ballena, naturalmente él empezó a fotografiar al majestuoso y elegante animal, pero parece que a nuestra amiga acuática no le gustó para nada esto y perdió la majestuosidad y elegancia en un segundo.
La ballena se hizo de la popó, pero no poquito, sino mucho y la esparció con su cola. Había popó por todos lados y nuestro muchacho Keri sólo llevaba goggles y snokerl, así lo describió él:
“Después de que estuvo haciendo del baño por mucho tiempo, empezó a moverse vigorosamente para esparcirla por todo lado. El agua parecía leche con chocolate. No podía ni ver mi mano cuando la ponía enfrente de mi cara. Tenía popó en mis ojos, en mi boca, en mi traje… en todos lados, estaba empapado de pies a cabeza”.
Después de que salió del mar y se bañó (esperemos), publicó las fotos de su desafortunado encuentro, chequen: