Aunque las autoridades de Sinaloa y el Gobierno Federal afirman que la violencia no ha aumentado en la entidad desde la captura de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, lo cierto es que las actividades criminales del Cártel del Pacífico tampoco se han visto afectadas. La explicación para este fenómeno es sencilla: la estrategia de seguridad se centra en la violencia, pero no cuenta con las herramientas ni con la disposición de terminar con el verdadero núcleo del problema: el dinero del narco y sus redes comerciales.
La madrugada del 22 de febrero de 2014, fue detenido en Mazatlán, Sinaloa el narcotraficante más buscado del mundo tras 13 años de fuga. Durante aquel tiempo, la revista Forbes lo había incluido en su ranking de los hombres más ricos del globo.
De acuerdo con Javier Oliva Posada, investigador y coordinador del Diplomado en Defensa y Seguridad Nacionales de la Facultad de Ciencia Políticas y Sociales de la UNAM en entrevista para Excelsior, el cártel del Pacífico, la organización que encabezara “El Chapo”, ha mostrado estabilidad tras la captura de uno de sus principales líderes.
El escenario había sido previsto por el investigador Edgardo Buscaglia. Una organización criminal como el cártel del Pacífico, opinaba el experto, cuanta con una refinada jerarquía de mandos. El problema no es dar con los líderes, afirmaba, el problema es desmantelar la compleja red que protege su dinero.
A la fecha, México no cuenta con unidades de fiscalización patrimonial, mucho menos con alguna especializada en la investigación integral de las cuentas de los criminales, familiares y allegados. Esto hace difícil seguir el rastro del dinero generado por las actividades realizadas por los cárteles en el país. Con dinero, dice el dicho “baila el perro”, e importa poco quién lo mande bailar… o balear.
De acuerdo con información del Gabinete de Seguridad, el liderazgo del grupo lo tiene ahora Ismael “El Mayo” Zambada, aunque otro más señalan a Juan José Esparagoza Moreno, alias “El Azul”, declarado muerto por algunos medios, pero sin confirmación oficial.
Mientras la organización que fundara e hiciera crecer “El Chapo” sigue lucrando con actividades que no se limitan únicamente al narcotráfico, el capo se encuentra vigilado las 24 horas del día por elementos que tienen estrictamente prohibido mantener comunicación con él. Su celda se encuentra iluminada por luz artificial, y tiene derecho únicamente a una hora de sol en un patio conectado directamente con su celda.
Durante el tiempo que lleva detenido no ha solicitado un solo libro de la biblioteca de la prisión. Fuentes cercanas aseguran que “El Chapo” es analfabeta y que le lleva al menos cinco minutos garabatear su nombre. Esto no obstáculo para seguir ejerciendo poder.
Tiene derecho a visitas diarias, casi todas de sus abogados. Para el investigador de la UNAM, la estabilidad del grupo criminal y el contacto que el “El Chapo” pueda mantener con él a través de sus hombres implica la posibilidad de que siga dando órdenes desde la prisión.
El 13 de noviembre de 2014 fue detenido Ismael Zambada Imperial, alias “El Mayito”, hijo de “El Mayo Zamabada”, en la sindicatura de El Saldo, en Culiacán, Sinaloa.
El 5 de febrero de este año, se informó de la captura de Heriberto Salgueiro Navarez, uno de los principales operadores de la siembra de amapola y marihuana para el grupo delictivo.
Estos representan los principales golpes contra el cártel del Pacífico desde la captura de su líder. Ninguno de ellos ha hecho retroceder un ápice a la organización.
Son 66 las averiguaciones previas que durante los 13 años de prófugo acumuló en su contra “El Chapo”. Su grupo de abogados ha presentado a cuentagotas al menos 13 amparos contra algunas de ellas. La PGR califica estos intentos de sinsentido. Lo mismo afirman de las exigencias de Estados Unidos para extraditar al criminal. En aquel país, también se registran cuantiosas órdenes en su contra, aunque Jesús Murillo Karam ha asegurado que la administración actual no tiene la menor intención de sacar a Guzmán Loera de México.
Fue en 1993 que se realizó la primera captura de “El Chapo”, en Guatemala. En 1995 fue trasladado al Cefereso 2 de Puente Grande, de donde se fugó el 19 de enero de 2001, durante los primeros meses de la administración de Fox.
La autoridades no podían desconocer su ubicación, luego de que corrieran los rumores de que “El Chapo” era capaz de entrar a un restaurante a plena luz del día, acompañado de su familia y guardaespaldas, quienes despojaban a los comensales de celulares. Al retirarse y para “disculparse por las molestias”, el capo pagaba la cuenta de todos los presentes.
Por supuesto, realizar la captura de un hombre tan poderoso no es tarea fácil. Lamentablemente, las investigaciones no se centraron en un desmantelamiento general del grupo, sino en la decapitación del cártel.
México no puede confiar su seguridad a una estrategia de corte histriónico y teatral que se centra únicamente en el fortalecimiento (o en la transformación) de las fuerzas policiales. Es extraño que no se haya anunciado con pompa una estrategia de seguridad trasversal que iniciara con al especialización de las autoridades fiscales. Mientras no se detenga el flujo del dinero del narco, no se detendrá su poder.
A los líderes de las organizaciones militares les toma cinco minutos esconder su dinero en cuentas extranjeras a nombre de diversos individuos. Al SAT le tomará 2 años investigar los nombres mexicanos de las filtraciones Falciani, aquellas cuentas de HSBC con nombres de clientes que habrían recibido asesorías por parte del banco para esconder su dinero de las autoridades fiscales de sus países.
No cabe duda que México ha tomado una postura equivocada en la lucha contra el crimen organizado, basada en la idea maniquea de que las organizaciones criminales tienen como principal objetivo el terror. Nada más equivocado. Las autoridades de Sinaloa no deberían sentirse satisfechas de la superficial paz que supuestamente reina en sus calles, pues, frente al resto de los indicadores que dan cuenta del poder del cártel, es síntoma no de sus debilitamiento, sino de su estabilidad económica.