Fue un 3 de abril de 1973, cuando el ingeniero Martin Cooper protagonizó uno de los momentos más memorables en la historia de la tecnología moderna: la primera llamada desde un teléfono celular.
Esa mañana, Cooper se encontraba caminando por la Sexta Avenida con rumbo a una importante cita en el hotel Hilton de Nueva York, donde presentaría un prototipo de teléfono móvil fabricado por Motorola, empresa para la que trabajaba.
Poco antes de llegar a su destino, el ingeniero se detuvo para sacar un extraño aparato de color grisáceo con una gran antena, el cual sorprendió a la gente que pasaba por ahí y llamó la atención de algunos reporteros. Y es que se trataba de un prototipo del Motorola DynaTAC 8000x, el primer celular de la historia que llegaría al mercado varios años después.
Cooper inmortalizado en una foto mientras hablaba por teléfono en Nueva York
Cooper tomó el artefacto y marcó un número, usando la antena de una base que Motorola había instalado en el techo del hotel y que usaba la red terrestre de AT&T. ¿Y quién fue el receptor de la llamada? Pues ni más ni menos que el gran rival comercial de Cooper, el también ingeniero Joel S. Enger que en ese entonces encabezaba los laboratorios Bell, en donde desde hace tiempo se encontraban desarrollando un teléfono móvil.
Esto fue lo que Cooper le dijo Enger durante la histórica llamada:
Joel, habla Marty. Te estoy llamando desde un celular, un verdadero teléfono celular portátil.
De esta forma, Motorola logró registrar su invento y conseguir así el derecho para extender licencias a otras compañías, evitando así que AT&T pudiera establecer un monopolio sobre el servicio de telefonía móvil (¿a alguien le suena conocido?). Gracias a esto, Motorola pudo catapultarse con el uso de esta tecnología, dejando atrás a la gente de Bell, quienes a pesar de realizar investigaciones al respecto desde 1947, no lograban llevar el concepto más allá de los autos equipados con teléfonos, debido al gran tamaño del equipo necesario.
Cuatro décadas han pasado desde que Martin Cooper realizó la llamada y muchas cosas han cambiado desde entonces. Los famosos “tabiques” ahora han pasado a convertirse en artículos de colección y dignos de exponerse en museos, representando el génesis de una tecnología que sigue evolucionando a pasos agigantados.