Los corazones se detuvieron por un instante, las voces de los asistentes apenas y se escuchaban, los cuerpos tenían una extraña sensación, sabían que les habían arrebatado algo importante. Imola vio como como ese idilio de amor entre la estrella del automovilismo y el pistas se esfumó ese 1 de mayo de 1994.
El Autódromo Enzo y Dino Ferrari estaba a reventar, todos esperaban que Ayrton Senna hiciera su mejor papel y que la adrenalina de dicho espectáculo se pusiera a tope. Los ojos de los brasileños estaban ahí, él lo sabía, como también sabía que los problemas en su país no eran poca cosa, por lo que quería darles una razón para sonreír.
El humano, el valiente, ese era O rei. Un verdadero mito. Un caballero. Ese hombre que a pesar de subir a su monoplaza y transformarse en un guerrero al que nadie quería enfrentar, tenía una lucidez bárbara, la cual le alcanzaba para darse cuenta de que sí, vivía de un deporte que ponía en riesgo la vida de muchos, pero también sabía que su gran corazón no permitiría que alguien sufriera.
Durante la clasificación del Gran Premio de Bélgica, su compañero de profesión, Eric Comas, sufrió un percance con su monoplaza. Senna, quien iba detrás de él, vio todo de frente, así que se puso llanta a llanta para saber si todo se encontraba bien, al notar que el cuerpo del francés no se encontraba bien decidió estacionar su auto a la orilla de la pista, bajar y correr a auxiliar a ese hombre.
Al parecer en ese momento Ayrton conoció los límites, se dio cuenta que ser piloto no lo hacía superhéroe, que en cualquier momento su vida podía dar un giro drástico. Le encantaba jugar con fuego y al llegar a Imola, una curva tomada a 320 kilometros por hora pasó esa factura. Nadie lo creía, el mundo del automovilismo se detuvo por un instante, Ayrton Senna da Silva había muerto.
Durante las primeras seis vueltas del GP belga supo que algo no andaba bien, su volante tenía movimientos extraños que le podían afectar en cuanto a rendimiento, de esa manera al llegar a la séptima vuelta tomó las primeras curvas con mucha cautela, sin embargo, llegó el momento de acercarse a la curva Tamburello, un lugar en el que la velocidad media es de 290 km/h, Ayrton la tomó a 320 y fue ahí cuando se rompió la barra de dirección y si bien pudo reducir a casi 200 con una frenada brutal, el impacto fue mortal.
El coche se hizo pedazos, una de las llantas que salió disparada con el impacto golpeó la cabeza del tres veces campeón, además una varilla del auto entró por la visera del casco provocándole múltiples fracturas y la perdida de masa encefálica. Cuando los médicos llegaron al lugar le practicaron una traqueotomía para llevarlo al hospital pero no fue suficiente, estuvo en coma un par de horas y ahí dio su último suspiro.
Brasil se paraliza en un día como hoy. Todo el mundo se detiene un minuto para pensar en la memoria de uno de los mejores pilotos de la historia, es por eso que la Aerolínea Azul, no quiso quedarse atrás y personalizó un avión en el que pintaron la punta de amarillo y en las turbinas pusieron una imagen con el rostro de la figura del automovilismo.
El mundo del futbol no estuvo exento de honrar el nombre de uno de los personajes más importantes del país. Senna podría ser equiparado con Pelé, así de grande es su nombre por aquellos lares. De esa manera el club Corinthians decidió rendirle un pequeño homenaje al portar los mismos cascos que el tricampeón de la Fórmula Uno.
De igual manera, Dani Alves, quien acaba de sufrir un acto de racismo en su contra, subió una foto a su cuenta de Twitter en la que posa con el mítico casco amarillo con el que día a día el piloto brasileño corría de gran manera.
No soy una máquina; no soy imbatible; simplemente, el automovilismo es parte de mi, de mi cuerpo. Cuatro ruedas, un asiento, un volante. Y esta es mi vida de siempre.
Obrigado pela sua história, Ayrton.