¿Cómo nacen los dioses? Desde luego hay muchas explicaciones mitológicas a lo largo de la historia de la humanidad. Pero convertir a un hombre, a un mortal, en un Dios, requiere de ciertos atributos y características que efectivamente, sobrepasan las capacidades naturales del humano promedio.
Eric Patrick Clapton nació hoy hace 70 años en Surrey, Inglaterra. En sus propias palabras, Clapton era “un muchachito nefasto”, debido al dolor y la rabia de saber que su madre lo había abandonado en casa de sus abuelos.
Afortunadamente para nosotros. Ahí fue cuando, igual que Prometeo, tomó la antorcha de los dioses para encender el fuego de un fervor musical que ya nunca más se extinguiría.
¿Quiénes fueron los dioses primigenios que dieron le otorgaron sus poderes a este nuevo prodigio? En primera instancia Robert Johnson, el mítico músico que habría vendido su alma al Diablo para ser el mejor bluesman del mundo. Muddy Waters, desde Chicago, también hizo cimbrar al joven Clapton, al igual que Sonny Boy Wiliamson y B.B. King.
Inmerso en el monasterio del Blues, Clapton, se aprendió todos sus trucos, licks y estándares, y pronto se fijó la meta de seguir el camino de sus maestros. Imitarlos era como ir a la biblioteca a aprender sobre un tema en particular. El Blues más allá de ser un sentimiento en el estricto sentido de la palabra, también es un lenguaje musical muy bien definido y Clapton pronto se convirtió en un “purista” del género, decidido a no tocar otra cosa que no fuera el Blues.
Es así como formó su primera banda, The Roosters. Afortunadamente para él, los 60 fueron el mejor caldo de cultivo para desarrollarse. Previamente Cyril Davis, Alexis Korner y John Mayall habían establecido literalmente “escuelas de Blues” en Londres, con sesiones en distintos clubs en las cuales se curtieron muchos de los músicos británicos que después formarían sus propias bandas y se harían famosos.
En 1963 Clapton se unió a una pequeña banda de Blues, luego que su guitarrista, Anthony “Top” Topham los dejó. Ellos eran The Yardbirds, una banda que prácticamente se convirtió en el nido de grandes guitarristas británicos (Jeff Beck y Jimmy Page entre ellos). Clapton se mantuvo con ellos dos años hasta que decidieron cambiar de rumbo hacia la Psicodelia Pop, cosa que ofendió muchísimo a Eric quien calificó a sus compañeros como unos “pedestres” en busca del éxito fácil de la música comercial.
El enojado guitarrista buscó refugio con John Mayall y sus Bluesbreakers con quienes sólo grabó un álbum. Tan importante era ya, que la portaba ostentaba su nombre “With Eric Clapton”. A los 21 años era todo un veterano de la escena británica.
Este álbum es el que justamente comienza a establecer el sonido característico de Clapton. Hasta entonces los solos de guitarra que se conocían eran los que hacía Chuck Berry o los extendidos del mundo del Jazz con virtuosos como Joe Pass. Clapton, ayudado por el poder del Blues desarrolló un tono profundo, un extraordinario vibrato, ataque seguro y una “emoción cruda”, características que se transmitían por las cuerdas de su guitarra (que por entonces las Gibson eran sus favoritas) hasta salir de golpe por el amplificador. Además había otra particularidad en su sonido: su “lenta” movilidad por las notas. Con esto no queremos decir que fuera inamovible, sino que Clapton tenía la facilidad de “deslizarse” entre las notas, escalas y licks con una destreza sorprendente, casi como si no cambiara de posiciones, como si fuera un sólo movimiento. De ahí le vino el apelativo Slowhand, el Manolenta. Igualmente se le atribuye ser el primero en haber conectado una guitarra Les Paul en un amplificador Marshall lo cual le dio una nueva dimensión y potencia al sonido del Rock.
Al año siguiente, fiel a lo que él define como un espíritu gitano, Clapton dejó a los Bluesbrakers (aunque aún participó con Mayall en otro proyecto llamado Powerhouse que incluía a Jack Bruce del grupo de Graham Bond y Stevie Winwood del Spencer Davis Group), grabó una canción con Jimmy Page, “Miles Road”, para una compilación y luego formó Cream.
Ginger Baker invitó a Clapton a formar una nueva banda, cansado de Graham Bond. Ambos se habían conocido en la sesiones con John Mayall. En busca de un bajista Eric sugirió a Jack Bruce, quien había tocado con Ginger en la banda de Graham y no se llevaban muy bien. Sin embargo, tendrían que dejar sus diferencias de lado, pues todos estaban conscientes de su potencial como músicos y sabían que su unión daría nacimiento a algo que entonces no existía: un supergrupo.
Cream se había convertido en el Olimpo del Rock. Desde luego que sus bases estaban en el Blues, pero también tenían mucho de Jazz por parte de Ginger y Jack. Las canciones de la banda solían extenderse con largas improvisaciones, en las cuales daban rienda suelta a su virtuosismo individual. Pronto, por las calles de Londres apareció un graffiti proclamando a la nueva deidad que reinaba en la Tierra: Clapton Is God.
Para su infortunio, el Dios de la guitarra, estaba a punto de enfrentarse a otro mortal que lo derribaría de su pedestal, además de forma involuntaria pues lo único que este hombre quería era conocerlo y tocar con Cream, cosa que logró con un poco de inocencia y mucho de confianza. El hombre de color, zurdo y con una destreza no vista hasta entonces era Jimi Hendrix quien cortó de tajo las alas de Clapton. Un nuevo Dios había llegado al Olimpo.
Sin embargo Eric no se amedrentó, continuó su camino luego de cerrar su ciclo con Cream y formar otro supergrupo: Blind Faith con Baker, Winwood y Ric Gretch. Temeroso de que se les calificara como Cream II, Clapton huyó con los abridores de su gira, Delaney and Bonnie, y luego se escapó junto a John Lennon, George Harrison, Klaus Voorman, Yoko Ono y otros hasta Toronto para tocar en un festival.
Cansado de los grupos, Eric decidió hacer uso de su nombre y así comenzar oficialmente su carrera solista a principios de los 70, además reviviendo la producción de guitarras Fender Stratocaster, su modelo preferido hasta nuestros días, pues muchos jóvenes aspiraban a recrear las proezas de Clapton usando su propia arma. Es en este periodo, con una nueva banda que lo acompaña, Derek and the Dominoes, que graba Layla, su desgarrado tributo de amor para Pattie Boyd, la esposa de su mejor amigo, George Harrison, con la cual se casó en 1979.
También las drogas duras llegarían a su vida, la cocaína y la heroína serían parte fundamental de una tremenda depresión a la cual sucumbiría. Sus amigos Pete Townshend, Steve Winwood, Ron Wood, Jim Capaldi y otros lo ayudarían a salir de su adicción haciendo una serie de conciertos en el Rainbow de Londres, tras los cuales se editó un álbum y Clapton se apuntaría un gran hit con el siguiente trabajo: 461 Ocean Boulevard el cual contenía el cover que pondría el reggae en los oídos de la población caucásica: “I Shot The Sheriff”, original de Bob Marley.
A partir de los 80, la carrera de Clapton se mantendría cosechando éxitos de gran y mediana escala, nunca más desaparecería del ojo público y de alguna forma ha mantenido vivo al Blues durante cinco décadas. Entre las actividades destacadas de Clapton organizó el Festival Crossroads cuyas ganancias van a una fundación del mismo nombre que ayuda a músicos a superar el alcoholismo y drogadicción.
También marcó una nueva era con su álbum Unplugged, en el que ofrecía versiones acústicas de sus temas clásicos, y en el cual le hace un tributo a su padre a quien nunca conoció y después supo que había sido un soldado canadiense que además tocaba el saxofón y el piano, y murió sin saber que su hijo era uno de los mejores guitarristas del mundo. Igualmente con “Tears In Heaven”, le rinde homenaje a su hijo Conor, quien con sólo cuatro años de edad, falleció trágicamente tras caer de la ventana de su departamento a 49 pisos de altura en Nueva York. También grabó un álbum con uno de sus grandes héroes, B.B. King y en 2002 organizó y fue maestro de ceremonias del tributo para su recién fallecido amigo George Harrison en el Royal Albert Hall. En 2004 se reunió con Cream para tocar por última vez con ellos en Londres y Nueva York.
Más allá de su técnica, de su gran talento para hacer canciones y su inagotable amor por el Blues, el gran atributo de Clapton ha sido el timing. Y no nos referimos a su técnica sino a la fortuna que tuvo en ser el hombre indicado, con las personas indicadas, el equipo y el instrumento correcto para convertirse en lo que ha sido siempre: el primer Dios de la guitarra eléctrica.