Todos hemos pasado por ese terrible momento, en que compramos algo de comer que se nos antoja demasiado, y cuando estamos a punto de engullirlo como todos unos cerdos ¡PUM!, se cae al $%&/$# suelo, volteas rápidamente para ver qué persona a tu alrededor conspiró en tu contra, y cuando cruza por tu mente levantar del piso tu antojito y comerlo, innegablemente el recuerdo y la voz de tu santa madre te atormenta: ¡Ni se te ocurra comerte eso que ya lo chupó el diablo!
A lo cual, en tu valemadrista forma de pensar respondes…
Al igual que tú, 87% de la población comería sin remordimientos cualquier alimento que, por despiste, se cayera al suelo, pero… ¿Qué tan recomendable es hacerlo?
La Universidad de Aston en Inglaterra, publicó un estudio para determinar si era cierta “la regla de los cinco segundos”, la cual dicta que todo lo que haya sido rescatado del suelo en ese intervalo de tiempo se puede engullir sin problema, y los resultados fueron contundentes: el tiempo es un factor significante en la transferencia de microorganismos. Pero existen también otros factores que influyen como por ejemplo: el tipo de suelo, y sorprendentemente, las alfombras son más seguras que un suelo laminado o un piso de azulejos.
*En el caso de esta gordita sabrosa, ningún piso es seguro.
El estudio dirigido por el profesor de Microbiología Anthony Hilton, se realizó con tostadas, pasta, galletas y gomitas, que estuvieron en contacto con el suelo entre 3 y 30 segundos, en presencia bacterias como el E. coli y Staphylococcus Aureus.
Alfonso Carrascosa, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales y microbiólogo experto en seguridad alimentaria, apunta: “La regla de los cinco segundos no haría referencia al tiempo que un microbio puede sobrevivir en una superficie, sino al que necesita para adherirse a una superficie. Pero no significa que pasados 5 segundos vaya a haber un microbio patógeno con certeza. Hay microbios con más afinidad por las superficies que otros, y algunos se adhieren pero no sobreviven. Depende del ser y del alimento”.
¿Entoooooooonces, si se me cayó mi guajolota y me la comí, ya me libré de que me dé chorrito?
La respuesta científica podemos dar a esta pregunta, es que un estudio publicado en 2006 en Journal of Applied Microbiology, advertía que la salmonela, por ejemplo, es capaz de sobrevivir cuatro semanas en la superficie sucia, por lo que si tuviéramos la mala suerte de que nuestra guajolota se cayera justo encima, el único remedio sería caminar a paso veloz y apretadito para poder llegar al baño sin repercursiones.
El sentido común es también en gran medida una buena opción al momento de tomar decisiones tan complejas como ésta, y Jesús Rodríguez Huertas, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada y catedrático de Fisiología, lo confirma: “Si se cae el bocadillo en casa, yo se lo daría a mi hijo sin ningún remordimiento. Con todo, hay que aplicar la lógica. Las superficies de casas y oficinas suelen estar limpias. Pero si el accidente sucede en una granja o en el parque, donde puede haber restos orgánicos, mejor no seguir con el refrigerio”.
Así que en líneas generales, la doctora Vanessa Blanc, responsable del departamento de microbiología del centro de investigación bucal Dentaid Research Center, concluye: “No se puede afirmar que la comida que ha caído al suelo esté contaminada y suponga un riesgo real de afectación en la boca. Al fin y al cabo, existen mecanismos de defensa en el ser humano. Primero, la saliva de la boca, que es antimicrobiana. En segundo lugar, el ácido clorhídrico puro, presente en la deglución (es decir, cuando tragas como puerquito :)). La tercera barrera serían las sales biliares del hígado. Y en cuarto lugar, la microbiota intestinal”. O tal vez lo mejor sería reaccionar como este perro…
¿Cómo les quedó el ojo?, Ya saben que argumento darle a su mamá, la próxima vez que les suceda 😛
