12 Years a Slave, última película de Steve McQueen, ha cosechado ya un sin fin de premios, entre los que se cuentan un par de galardones de la academia británica para su director y su protagonista, Chiwetel Ejiofor; un globo de oro por mejor película drama, así como un premio SAG para Lupita Nyong’o. Por si fuera poco, la película está nominada a 9 premios de la academia y promete una dura competencia frente a importantes filmes como American Hustle y The Wolf Of Wall Street. Se trata, sin duda, de una de las mejores cintas del año.
Protagonizada por un monumental elenco, encabezado por Chiwetel Ejiofor, Brad Pitt, Benedict Cumberbatch y Michael Fassbender, quien ha estelarizado los dos largometrajes anteriores de McQueen (la impecable Shame y la cruda Hunger) el film cuenta la historia de Solomon Northup un hombre negro libre del norte de Estados Unidos que fue secuestrado y vendido como esclavo en un estado sureño durante la primera mitad del siglo XIX. La película se basa en el testimonio real de Northup, redactado en 1853.
McQueen se encarga de hacer una narración sólida y poderosa, evitando los trucos y muletillas efectistas y gratuitamente conmovedoras propias de los filmes de injusticia social y monstruosidades colectivas. La música, que corre a cargo de un ya omnipresente y brillante Hans Zimmer (The Dark Knight), emula el profundo y estremecedor minimalismo de Harry Scott, quien compusiera las partituras de Shame. Las notas de Zimmer son racionadas con prudente maestría, lo que se agradece en un film de drama, tan propenso a caer en la sobremusicalización.
Por otro lado, esta sobriedad en los altibajos anímicos y recursos técnicos puede resultar frustrante para el espectador. McQueen parece luchar contra el mal gusto y la facilidad en la conmoción, pero con ello puede también, a juicio de muchos, sacrificar elementos legítimos y deseables en toda gran historia sobre adversidad.
Con todo, el film no es en lo absoluto plano. Visualmente cautivadora, la fotografía de Sean Bobbitt, viva en colores y llena de composiciones que nos hacen querer habitar la pantalla, rescata al film en los pocos instantes en que pudiera resultar abrumador.
En definitiva, 12 Years a Slave es una de nuestras consentidas al Oscar y tú no puedes faltar a su estreno en salas comerciales mañana.